Francisco Marhuenda
El gobierno de los pitufos
Hemos transitado de políticos de primera división a una marioneta
Aragonés es el prototipo de la burguesía catalana, que es un grupo social que se adapta a cualquier régimen con sumisa satisfacción. Con la Restauración estaban muy unidos a Alfonso XII y luego a su viuda, la reina regente María Cristina, por si caía algún titulo nobiliario y se forraban a costa del erario. En ese tiempo se institucionalizó la figura del «gestor» parlamentario, que era el correveidile, por cierto, muy bien lubricado con el dinero de los empresarios y su patronal, para negociar leyes, reales decretos, reglamentos y aranceles en los despachos ministeriales. Cambó fue el más depurado negociante y CiU fue una digna heredera. Estuvieron al lado de Alfonso XIII y aplaudieron como hooligans a Miguel Primo de Rivera, que instauró una dictadura de baja intensidad, que era un régimen autoritario en plan buen rollo, que hizo más ricos a los burgueses catalanes. Por supuesto, recibieron títulos nobiliarios. En aquellos tiempos les interesaban mucho y, siendo justo, algunos lo merecían. Con la República la cosa se fue complicando progresivamente, porque el desorden y la violencia les incomodaba. Por ello, abrazaron con gran fervor el golpe de Estado.
La verdad es que les iba la vida con ello, porque la Generalitat republicana fue un auténtico desastre y los chequistas mataron y torturaron ante la indiferencia de Companys y los suyos. Los herederos de esa burguesía han pasado página y tras el franquismo se hicieron pujolistas. He de reconocer que siempre me ha resultado patético verlos abrazar el nacionalismo cuando sus padres y abuelos fueron fervorosos franquistas. Por ello, Aragonès es un depurado producto de esa burguesía depredadora que en tres generaciones ha sido franquista, pujolista y ahora independentista. Es también la constatación, como sucede con Podemos, que el ascensor social funciona muy bien en la política. Cuando recuerdo a Tarradellas, que tuve la suerte de tratar, y veo a su sucesor no salgo de mi asombro. Lo mismo me sucede con Pujol, corrupción aparte, y Maragall, que eran personas de una sólida formación, experiencia y prestigio. Hemos transitado de políticos de primera división a una marioneta de Junqueras que esgrime ese fanatismo independentista para olvidar que su familia era franquista hasta las cachas. No hay mucho que se pueda decir del pintoresco gobierno de pitufos entre ERC y JxCat, porque responde al mismo nivel de exquisitez y solvencia que tiene su presidente. Lo único que les preocupa es el Proces.2 para conducirnos a la Arcadia Feliz del independentismo
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