Opinión

Junqueras y el fin de una etapa

No hay duda de que el 1-O está muerto y enterrado Ni siquiera es necesario hacerle un funeral

Al final se ha impuesto el sentido común. No existe una vía unilateral para conseguir la independencia de Cataluña. Es más, no la hay de ningún tipo y cualquier intento fracasará. No se puede seguir engañando a los votantes de ERC o JxCat con una «ensoñación» que no conduce a ningún sitio. Les ha resultado útil económicamente, porque hay una «industria» muy lucrativa de la independencia, y han conseguido cargos. Ni siquiera existe una mayoría social. La carta de Oriol Junqueras es la constatación del fracaso de un proyecto rupturista y la excusa que necesitaba Sánchez para iniciar la tramitación de los indultos. El independentismo sufrió una derrota irreversible con la aplicación del artículo 155 y la sentencia del Tribunal Supremo. Hay un antes y un después. Es verdad que las formaciones separatistas consiguieron una mayoría para gobernar en Cataluña, pero Junqueras es muy consciente de que la escapada ha llegado a su fin. Ahora solo queda reconducir la situación y circunscribir el «sueño» independentista al terreno de la retórica y la propaganda.

Junqueras asegura que nunca renunciará al diálogo y la negociación con el Estado. No hay duda de que el 1-O está muerto y enterrado. Ni siquiera es necesario hacerle un funeral, porque ahora todos quieren olvidar aquel aciago día que quedará como una esas derrotas que tanto nos gusta celebrar a los catalanes. Ahora hay que ver cómo evoluciona la relación entre ERC, JxCat y las CUP que es un «matrimonio» contra natura, aunque Aragonés tiene la ventaja de que ya ha sido investido presidente de la Generalitat y ha formado gobierno. Nada une con mayor fuerza que el poder y los cargos bien retribuidos. No hay duda de que Sánchez consigue su primer objetivo con la carta del líder independentista, porque es una victoria que le sirve de argumento para justificar los polémicos indultos. La siguiente etapa tiene la ventaja de que no es a corto plazo y el presidente del gobierno podrá alargarla en el tiempo con la inestimable ayuda de Casado y Abascal. El ruido político será tan atronador que hará muy difícil el trabajo de la mesa de negociación, porque será complicado sacar adelante una reforma del Estatuto que complazca al independentismo.