Pedro Sánchez

El País de Nunca Jamás

El titular del debate parlamentario sobre los indultos ha sido el «nunca jamás» de Sánchez, y el subsiguiente pitorreo de su aliado Rufián, que sin duda ha sintonizado con el sentir general de la gente, que tiene asumido que –para nuestra desgracia– la palabra de Sánchez carece de la más mínima credibilidad.

Es una lamentable consecuencia de mentir con descaro y continuidad que, si es inmoral en todo tiempo y lugar, hacerlo además desde una tan elevada responsabilidad y en plena sociedad de la información, con las redes actualizando todo lo prometido con anterioridad, es insostenible para cualquiera con un mínimo de respeto a sí mismo y a los demás. Pero lo sucedido es la lógica y grave consecuencia de haber decidido llegar al Gobierno al precio que fuera, en lugar de dimitir tras cosechar dos derrotas consecutivas históricas como líder del PSOE, con 89 y 84 diputados, suelo nunca alcanzado por su partido, y convertir lo injustificable en virtud y «manual de resistencia».

Lo que mal empieza, peor acaba, y gobernar España con los que no solo no quieren ni creen en ella, sino que aspiran a destruirla, es un atentado al principio de contradicción. Es incompatible servir al interés general de España con los votos de ERC y Bildu.

Pedro Sánchez, cual su homónimo Peter Pan, vive en el País de «Nunca Jamás», donde alienta a sus «niños perdidos» a crecer sin reglas ni responsabilidades, mientras lo que se acrecienta de verdad es la preocupación de los españoles.