Alberto Garzón

Chuletón-tón-tón

Comenzaba el año 2010 y yo, en solitario, en las montañas donde todavía nevaba, ahora ya no, desayunando un shot de ostras, con unas gotas de salsa Worcestershire, un toque de pimienta y un generoso chorro de vodka, veía cómo Georges Pétre dirigía en Viena el concierto de primero de año coronándolo magistralmente con la tradicional Marcha Radezky, casi sin batuta, sólo con gestos y con su penetrante mirada. Todavía me emociona recordarlo. Este año 2021, en compañía de amigotes y mientras escribía el artículo para mandarlo al periódico, Riccardo Muti hacía lo propio, pero con un cierto aire más solemne, más serio y sin público por el Covid. Al día siguiente, a la hora de comer nuestra anfitriona nos tenía preparado un magnífico chuletón. Bueno, en realidad eran dos o tres que no estaban al punto como preconiza el cursi e ignorante Sánchez, sino que estaban bien dorados por fuera y completamente rojos por dentro. Mientras esperábamos, los impacientes y divertidos comensales comenzamos a cantar “Chuletón, Chuletón, Chuletón-tón-tón”, con la música de la marcha que cada año simboliza el inicio de enero y los meses que le siguen, y golpeando la mesa con los cubiertos, mientras el jefe de esta banda insurrecta abría botellas de magníficos vinos para acompañar las carnes que se estaban preparando en la parrilla. Momentos para recordar, como él bien dice. Siempre creando momentos inolvidables que son, en definitiva, el contenido de las maletas que nos hemos de llevar al más allá cuando toque. Nunca antes.

Ahora sale el payasete Garzón, ministrito de Consumo, diciendo que hay que dejar la carne y los ganaderos están que echan las muelas, y con razón. Bastantes recortes han tenido desde la integración de España en la Comunidad Económica Europea, allá por 1986, que fue cuando empezamos a ver menos vacas en los prados, menos cerdos, menos ovejas o menos gallinas y cuando también se recortaron las producciones de cereales, frutas u hortalizas. En fin, que la agricultura y la ganadería que de nuevo levantaban cabeza después de aquel mazazo despiadado, se ve ahora nuevamente amenazada por un comunistilla del tres al cuarto. Ya se sabía que un gobierno con gentes tan ineptas como inexpertas, que son las que ostentan las veintitrés actuales carteras del consejo de ministros, no iban a ejecutar más que mamarrachadas como las que cada día vemos, ora ley trans, ora ley “solo sí es sí”, ora “no comas carne”. Claro que de todo esto sólo tiene la culpa quien capitanea esta horda sin sentido que padecemos. Ahora parece que se va a cargar al ínfimo Garzón, a la mala leche de la Calvo e, incluso, a la bocachancla de la Montero en una remodelación de

Gobierno en la que quizá merme el número de miembros del ultracomunismo. Ojalá así sea aunque no estoy muy segura que estén sustituidos por gentes solventes y con experiencia que nos puedan sacar del estercolero en que vivimos inmersos. Ya veremos.

Hacía tiempo que no se producía un magnicidio. El más llamativo fue el de John F. Kenndy, Presidente de los Estados Unidos; el de Indira Gandhi, primera ministra de la India; el asesinato de Lord Mountbatten, antiguo Virrey de la India y héroe de la II Guerra Mundial o el atentado contra el Papa Juan Pablo II. Son los que se me vienen a la cabeza. Bueno, también el de Mahatma Gandhi –familia predestinada puesto que también asesinado fue el hijo de Indira-, o Martin Luther King. Esta semana muere en un asalto a su domicilio Jovenel Moise, presidente de Haití, país desgraciado donde los haya, como otrora lo fue también el de la vecina República Dominicana, Leónidas Trujillo. Haití nos pilla lejos y, por eso esta noticia se comenta poco. Es como cuando hay inundaciones de Indonesia, que parece como que la gente mira para otro lado, que no le interesa…