PSOE

España y los socialistas madrileños

Reflexiones para el 40 Congreso Federal del PSOE

Javier Santacruz Cano

Después de la derrota relevante en la Comunidad de Madrid en las últimas elecciones autonómicas de las políticas del presidente Pedro Sánchez, los socialistas madrileños deben reflexionar sobre la recuperación electoral del Partido durante los dos próximos congresos, el federal y el regional. Los socialistas madrileños son la tercera fuerza política en la Asamblea de Madrid y la cuarta en el Ayuntamiento de Madrid, y puede afirmarse que el electorado no los reconoce ni los oye, tan sólo recogen la voluntad de una minoría y, por ello, han caído en la irrelevancia. El problema de la falta de apoyo social desborda las fronteras madrileñas y afecta a la organización socialista en el Estado. No se puede aspirar a gobernar seriamente España ni a vertebrar al Estado sin consolidar unos buenos resultados electorales en Madrid. El PSOE no puede ser una opción política apuntalada por apoyos centrífugos y, como antaño, debe parecerse a España.

Y para parecerse a España, el PSOE debe recuperar su capacidad para conservar y unir. Baltasar Gracián, al defender la tesis de que don Fernando el Católico fue el mayor rey de la monarquía española, escribía que en la monarquía de España, donde las provincias son muchas, las naciones diferentes, las lenguas varias, las inclinaciones opuestas, los climas encontrados, así como es menester gran capacidad para conservar, así mucha para unir. Hoy, por el abandono de los madrileños, los socialistas están muy lejos de esa meta. La política española del siglo XXI no se puede hacer exclusivamente con los ejes vasco y catalán, porque el resto de Comunidades Autónomas han crecido y reclaman un papel de actor en la España europea y global, en la que todos los españoles, vivan donde vivan, pueden ser protagonistas de su destino. Y, entre aquéllas, la Comunidad de Madrid como locomotora política, económica, social y cultural del Estado, destacando la ciudad de Madrid, espejo de España, que ha desplazado a Barcelona como metrópoli vanguardista y europea.

El papel que representa Madrid en el Estado no es una obra nueva, sino un trabajo que comenzó con la recuperación de las libertades. Un quehacer colectivo de los madrileños de más de cuarenta años de duración, con gobiernos a la altura de las demandas políticas y sociales, desde los primeros gobiernos municipales de Tierno Galván al último de Martínez Almeida en la ciudad de Madrid, al desempeño de la izquierda en los municipios madrileños del sur, a la comprensión y apoyo de los gobiernos de España, y terminando con los aciertos de todos los gobiernos autonómicos que ha tenido la Comunidad de Madrid, socialistas y populares. La primera reflexión de un socialista en Madrid debe ser que queda mucho camino por recorrer, que hace falta un proyecto de Madrid más allá de criticar permanentemente al presidente del gobierno socialista de España, que se puede hablar de Madrid, de los madrileños y de sus problemas sin necesidad de tener en la boca siempre al gobierno de España, pero que, hechas las sumas y las restas, el balance de estos cuarenta años ha sido positivo, y algo habrá tenido que ver el rival político, los gobiernos conservadores. Esta reflexión es más decente que azuzar el fuego para animar el desprecio del resto de los españoles hacia Madrid y sus instituciones políticas.

Ortega decía en su Rebelión de las masas que ser de la izquierda es como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral. La reflexión parece una exageración. Quizás se comprende su significado más exacto tras comprobar los enfoques políticos de la nueva izquierda siempre dispuesta a la confrontación antes que a la colaboración para afirmar una inútil identidad política. La lección más interesante de las últimas elecciones en Alemania es que la derecha y la izquierda pueden cooperar en interés del Estado y que ello no menoscaba ni un ápice las capacidades de los unos y de los otros para gobernar. El “no es no”, tesis de la actual dirección socialista, es erróneo en términos absolutos. Las organizaciones políticas son instrumentos a disposición de los ciudadanos para la consecución del interés general. Y los dos grandes partidos españoles deben responder a ese fin desde la perspectiva social y liberal que alumbraron como paradigma desde 1978, lo que ha permitido reafirmar un demos español durante un par de generaciones con dos metas básicas: la libertad y la igualdad de todos los españoles en el Estado. La negación de pactos específicos, o más generales, en ausencia de mayorías parlamentarias propias de cualquiera de las dos grandes fuerzas políticas genera un alto grado de inestabilidad política, impide abordar los problemas de Estado y debilita la idea de patria como proyecto colectivo de la mayoría de los españoles.

La clave es unir y cooperar con un proyecto de España que comprenda la economía global, europea y española para una recuperación justa del crecimiento que siga la senda del vuelco en las cuentas exteriores, con un modelo descentralizado que ponga en juego las sinergias entre las economías regionales. Profundizar en el modelo autonómico implica defender la autonomía de las Comunidades para el gasto público, pero también para los ingresos públicos. Sin caer en la demagogia del “efecto capitalidad” de Madrid, porque los datos demuestran el escaso valor económico que produce tener en un lugar u otro la sede de los organismos oficiales. Tomando como variable proxy de la ‘capitalidad’ el peso de las actividades del sector público sobre el PIB (datos procedentes del Instituto Nacional de Estadística, INE) si comparamos 2019 (último dato disponible) con 2000, el peso del sector público sobre el PIB de la Comunidad de Madrid apenas ha crecido en 0,13 puntos porcentuales, mientras que en el conjunto de España ha crecido en 1,88 puntos porcentuales (es más importante en relación al PIB el sector público en el total nacional que en Madrid, concretamente casi 3 puntos más). Mientras, en el mismo período y tomando datos de la Contabilidad Nacional Anual de los Sectores Institucionales, los salarios en Madrid han crecido a razón de un 3,51% en media anual frente al 3,07% en media nacional, y la inversión un 3,40% anual acumulativa frente a un 1,86% en el total nacional. El empleo asalariado subió en Madrid un 1,65% medio anual frente al 1,15% nacional.

Por tanto, los socialistas madrileños deben contestar este ataque a Madrid de la dirección federal del PSOE porque revela, de un lado, incomprensión notable de la evolución económica y social de la región en las últimas décadas; y, de otro, una falta de plan alternativo de España que consiga generar incentivos positivos para el movimiento de personas y empresas en todo el territorio nacional.

Madrid ha triunfado por varias razones: gobiernos eficaces de todo signo, un modelo económico definido, propio, puesto en marcha en los tiempos de bonanza económica, diálogo social, y unos ciudadanos dinámicos, conectados internacionalmente, que aprovechan sus ventajas competitivas. No es tiempo para la demagogia ni para el oportunismo electoral. Es útil que el PSOE recupere terreno electoral en Madrid para vertebrar al Estado, pero ello exige un giro copernicano de sus planteamientos políticos en España y en Madrid. Los socialistas madrileños tienen ahora la oportunidad y la palabra en los próximos Congresos, federal y regional.

César Giner Parreño. Profesor de Derecho Mercantil. Universidad Carlos III. Ex Diputado PSOE-M

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Javier Santacruz Cano. Economista