Partido Popular
«Fuego amigo» políticamente indeseable
Lo que ahora queda es un molestísimo tábano cuyo zumbido seguiremos escuchando
Si hay una lección que a estas alturas ya habrá aprendiendo la dirección del Partido Popular –igualmente válida para Génova 13, Puerta del Sol, San Telmo o el Pazo de Raxoi– esa es la que constata que las agresiones recibidas, bien externas o bien de fuego amigo, se convierten en infinitamente más eficaces cuando renquea un mensaje de unidad interna que siempre fue plus de calidad electoral y que en absoluto está reñido con el respeto a la pluralidad, la existencia de corrientes o el debate constructivo dentro del mismo proyecto. La guerra no declarada pero manifiestamente abierta entre el principal activo electoral de los populares a día de hoy y el responsable máximo de eso que llaman «aparato», tal vez no esté suponiendo una dilapidación de la clara ventaja en las encuestas reflejada desde antes del verano con el fenómeno «4-M», pero sí podría estar acarreando dificultades para incrementar esa ventaja, teniendo en cuenta que, el primer partido de la oposición con opciones de gobierno y con la que está cayendo en el país, probablemente ya debería tener consolidado un suelo del 30 por cien en la intención de voto.
Pero una cosa es lo que los dirigentes del PP permiten que ocurra ante la anonadada feligresía de su parroquia y otra muy distinta la utilización mutua que se hace del conflicto entre «fuegos amigos» como el de la ex portavoz Álvarez de Toledo junto a adversarios políticos y mediáticos de los populares. El papel de la todavía diputada arremetiendo agriamente contra la dirección nacional a propósito de lo que cuenta en su libro, no solo añade litros de gasolina sobre el incendio en la formación a la que aún pertenece, sino todo un arsenal de munición para quienes no han dudado desde distintos ámbitos en repescar a este «verso suelto» para magnificar un conflicto que, por cierto, tiene solución.
Pablo Casado cuenta con su particular elenco de aciertos y de errores, pero entre estos últimos destaca de manera especial el «gatillazo» en el «casting» que eligió a Álvarez de Toledo para la portavocía parlamentaria, porque si hay un puesto en el que es esencial la disciplina de partido a la hora de coordinar a quienes aprietan el «botoncito», sin duda es ese. Lo que ahora queda es un molestísimo tábano cuyo zumbido seguiremos escuchando, lejos de aplicar esa coherencia política a la que alude allá donde la quieren escuchar renunciando a un escaño al que se aferra. Por cierto, se engañarían gravemente en el PP madrileño quienes atisben alguna plusvalía en una supuesta entente del «alma libre» con Isabel Díaz Ayuso…ojito.
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