Política
La enfermedad de Cataluña
Las familias no se atreven a pedir el bilingüismo por miedo a ser señaladas
La sociedad catalana está enferma por culpa del independentismo. Tantos años de mentiras y manipulaciones han dado lugar a una situación repugnante. Lo digo con dolor, porque soy catalán y me siento muy orgulloso de ello. Unos padres quieren que su hijo pueda recibir más clases en castellano, algo que debería ser normal, y la reacción de acoso, descalificaciones y presión social se vuelve insoportable. No pretendían que fuera educado solo en castellano. Esta reclamación, hay que reconocer que muy valiente, ha sido avalada por la Justicia. A partir de ese momento han salido todos los talibanes que hay en mi tierra, encabezados por Josep González, consejero de Educación, justificando las movilizaciones y alentando a los radicales. González, que debe descender de los primeros condes catalanes, es un sectario y un fanático que se negó a responder en castellano a los medios de comunicación. Es el problema de los «nouvinguts». El nacionalismo catalán defendía el derecho a ser educado en la lengua materna durante la Transición, pero cuando pudo impuso el catalán en contra del castellano. La debilidad de los gobiernos españoles y los complejos de los dirigentes del socialismo catalán, que no querían ser considerados charnegos, permitieron la consagración de la inmersión.
En este terreno no soy sospechoso, porque mis padres se conocieron hablando en catalán, que es mi idioma materno junto con el castellano, no sé por qué tengo que elegir sólo uno, y es la lengua que escogió mi abuelo para escolarizar a mi padre en las escuelas de la Generalitat republicana. A diferencia de Aragonés y otras figuras del nacionalismo y del independentismo mi familia no era franquista. Por tanto, no tengo ningún complejo. A pesar de ello, recibo críticas e insultos, porque no soy un buen catalán. Es decir, no soy un fanático independentista y me resulta abominable el calvario al que someten a este niño de Canet de Mar y su familia. Esto hace que personajes irrelevantes, como el provocador Albert Pla Álvarez, un insignificante cantante que odia España, me ataquen. Le debe dar mucho asco el apellido de su madre. Cuando dicen que no hay problema con la inmersión es una gran mentira. Las familias no se atreven a pedir el bilingüismo por miedo a ser señaladas.
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