Política

El problema de Vox

Desde la izquierda se le cubre de andrajos y se le excluye del sistema por considerarlo un peligro para la democracia

Desde la izquierda pretenden convertir a Vox, una fuerza política que ha emergido con fuerza, en un peligro para la democracia. Proponen aislarlo e impedir que entre a formar parte de ningún Gobierno, ni local ni regional ni, sobre todo, nacional. No importa que tenga millones de votantes. Es preciso dejarlo en vía muerta. La amenaza de Vox, calificado sistemáticamente de ultraderecha por los políticos y medios «progresistas» y, por tanto, incompatible con la democracia, es el gran argumento de la izquierda para mantenerse en el poder eternamente. Es el espantajo recurrente contra el Partido Popular para condenarlo a no ser nunca por sí solo alternativa de Gobierno frente al poderoso conglomerado de las izquierdas y los nacionalistas de la periferia. La insistente presión, ejercida sistemáticamente por Pedro Sánchez en persona, contra el principal partido de la oposición, invitándole a romper «en toda España» con el partido de Abascal si quiere entrar en el paraíso, no parece que responda al deseo de pureza democrática si se observa la composición del actual Gobierno y a los que le apoyan desde fuera. Más bien suena a chantaje insoportable, como se comprueba estos días en Castilla y León.

Lo cierto es que el «problema de Vox», alimentado interesadamente por la izquierda, está emponzoñando la vida nacional. Convendría aclararlo y resolverlo de una vez. Para unos se trata de un partido conservador, de raíces católicas, contrario a la ideología de género –en esto coincide hasta con el papa Francisco–, defensor de la identidad nacional frente a los separatistas vascos y catalanes y partidario de una regulación más estricta de la inmigración. No cuestiona la Constitución del 78, aunque pide poner freno al extravío y despilfarro autonómicos y, con más o menos condiciones y entusiasmo, se manifiesta europeísta. Tanto la mayor parte de sus dirigentes y militantes como sus votantes son una escisión del PP, con una pequeña franja ultra, que añora el franquismo.

Por el contrario, desde la izquierda se le cubre de andrajos y se le excluye del sistema por considerarlo un peligro para la democracia. El politólogo Ignacio Sánchez-Cuenca, incisivo e influyente ideólogo del Gobierno «progresista», daba el miércoles en «El País» tres razones por las que Vox representa una amenaza para el sistema democrático (no así UP ni los separatistas). Son estas: está a favor de recortar los derechos de los inmigrantes, pretende ilegalizar partidos políticos (los nacionalistas) en nombre de la unidad de España y quiere eliminar la protección a las minorías sexuales. Según Sánchez-Cuenca, las medidas de Podemos pueden ser dañinas, pero «no atentan contra los valores democráticos». Juzguen ustedes mismos.