Cuartel emocional

Ramón y Cajal juntos

Ayer me levantaba yo con esta frase en la cabeza: “Mira si gastaré puntos / que sé más histología / que Ramón y Cajal juntos”, que no me acuerdo quien la pronunció, pero que es perfectamente aplicable a Feijóo, que ha venido arrasando con 55.000 avales, proclamándose así candidato a la presidencia del PP con una holgura jamás soñada. (El cagapoquito de Casado se conformó con once veces menos en 2018 sin conseguir unir al partido, traumatizado por la moción de censura al cobarde Rajoy). Así que tenemos gallego para rato, mientras el felizmente desaparecido Iglesias echa sapos y culebras por la boca cuando lo comparan con Putin, a quien defiende y reclama a Zelenski que se rinda para poner fin a la guerra, lo mismo que la Montero y la Belarra, esas que abanderan un feminismo que a una gran parte de mujeres –yo misma-, no nos representa. En fin, que la vida se nos pone difícil gracias a los comunistas, y en España los tenemos en el gobierno, que nadie lo olvide. En el supermercado se nota que los precios se elevan progresivamente, el pescado disminuye su presencia porque la flota no tiene dinero para salir a faenar por no poder pagar el combustible, y todo así. En casa andamos bajo mínimos de luz, buscando el perfil romántico de la cosa, pero los astronómicos precios no hay que atribuirlos a Putin. Esto comenzó con Sánchez; no olvidemos que llevamos casi dos años peleando con la factura mensual y echando mano de horarios nocturnos para poner la lavadora. O de ensayar energías alternativas, placas solares y por ahí, algo con lo que teníamos que haber empezado hace ya tiempo, pero, como siempre, nos acordamos de santa Bárbara cuando truena.

La Corte Penal Internacional de La Haya ya declaró genocida a Putin la semana pasada. Me pregunto que estará pensando ahora después del martirio en Mariupol con el ataque a una maternidad. Eso es ir directamente al inicio de las vidas, a cercenarlas antes de que evolucionen. Niños muertos y enterrados bajo los escombros cuando asomaban su cabecita a este asqueroso mundo, donde no pidieron venir. Un día el genocida Putin acabará como Ceaucescu, ejecutado y dejando miseria, tristeza y destrucción en una Rusia que despuntaba y que comía caliente. Un día los rusos despertarán, se darán cuenta de los horrores provocados por su gobernante, se volverán contra él y buscarán el linchamiento. Pero el asesino de masas tiene las espaldas bien cubiertas, y dinero y oro para huir al fin del mundo con su ministro Lavrov, también tapizado de pasta. Aunque también las tenía Gadafi, quien cayó en manos de una turba que lo sacó a golpes de su escondite, una gran tubería en su ciudad natal, Sirte, y lo golpeó y torturó hasta su muerte. Stalin no murió de forma tan cruenta pero también hubo quien se atrevió a darle muerte según teorías. La muerte de Hitler la desconocemos pero me gusta la versión de la película “Malditos Bastardos”, del genial Tarantino, donde él y toda su cuadrilla mueren abrasados en un incendio provocado por una judía en un cine, durante la proyección de una película. Es incomprensible todo esto en pleno siglo XXI, pero está ocurriendo. Nos está ocurriendo.

CODA. El Rey Juan Carlos ha sido, por fin, eximido de toda la basura vertida sobre su persona y ya puede volver a España. Él, con toda dignidad, dice que está muy bien donde está, y que vendrá eventualmente cuando considere que le apetece. O sea, cuando le traigan sus Reales pies, que me parece a mí que, de momento, no será el caso. Con todo el respeto, totalmente de acuerdo Majestad.