Política

Feijóo, entre Churchill y Maquiavelo

«Churchill decía que un líder nuevo que ha sido aceptado sólo tiene que estar seguro de lo que le conviene hacer»

Alberto Núñez Feijóo, líder nuevo del PP, aclamado con entusiasmo por todos los que se apresuran a encabezar la manifestación en apoyo del vencedor, se mide hoy los guantes en la Moncloa con su adversario Pedro Sánchez. Son tiempos nuevos, es obvio, con la guerra de Putin de telón de fondo. El presidente del Gobierno –lo han anunciado sus voceros y asesores– reclamará al ahora jefe de los populares cierre de filas –aval a la convalidación del decreto Ley– a sus medidas de urgencia, pero retrasadas para hacer frente a las múltiples incertidumbres actuales, como dice el Banco de España. Además, le exigirá desatascar la renovación del poder judicial. Si Feijóo, como es inevitable, no le firma un cheque en blanco, Sánchez dirá que la defenestración de Casado es más de lo mismo. En la Moncloa, como advierte Iván Redondo, que recomienda un enroque por la vía de urgencia, temen más al nuevo líder del PP de lo que quizá lo aplauden en su propio partido, a pesar de que existe un consenso generalizado de que ahora es la mejor opción y que no es momento de más enredos internos.

Feijóo tiene un papeleta complicada, bastante complicada, en la que juega con la ventaja de su veteranía y experiencia política, algo que le faltaba a Casado. El nuevo jefe del PP tiene a su favor, de momento, aquello que decía Churchill, experto en supervivencia: «Un líder que ha sido aceptado –escribía en su historia de la II Guerra Mundial– sólo tiene que estar seguro de lo que le conviene hacer o, al menos, tomar una decisión al respecto. Los apoyos con los que cuenta un número uno son impresionantes. Si tropieza, hay que respaldarlo. Si se equivoca, hay que disimularlo. Si duerme, no hay que molestarlo sin necesidad. Si no sirve, hay que eliminarlo. Pero este último extremo no puede realizarse todos los días y, por cierto, menos cuando acaba de ser elegido». Maquiavelo, por su parte, al margen de lo popular y leído que sea en Galicia y en la Moncloa, ya advertía –El Príncipe, capítulo VII– de «los principados –liderazgos- nuevos adquiridos con las armas y la fortuna –desventura o errores– de otros», en los que las dificultades estriban en conservar el poder. Sánchez es el paradigma de cómo hacerlo. Feijóo, entre Churchill y Maquiavelo.