Política

Cromos de otra colección

El PSOE ha hecho una concesión tan difícil de aceptar como tosca en su justificación

Se queja parte de la izquierda de que la Casa del Rey no le haya tenido al corriente de su intención de arrojar luz sobre el patrimonio real, que en grandes números es de algo más de dos millones y medio de euros. No confundir con Patrimonio Real o Nacional, que es un poco más de todos nosotros: público y notorio. Depositario, por cierto, de todos los regalos que el Rey y la Reina reciben, incluidos los de su boda. Es un gesto de transparencia real y más que plausible, pero los republicanos estiman más relevante no haber sido avisados de que se iba a hacer. El dedo es más valioso que la luna que señala.

La cosa parte de que en su día la vicepresidenta Calvo les excluyó de este tipo de «rondas» informativas sobre la Corona, en tanto su afección por la institución monárquica corría paralela a su sentido de la responsabilidad de Estado. Español, por supuesto. No ha habido cambios a mejor en ese desafecto, lo cual explica perfectamente que no se haya modificado tampoco el criterio. Es más, sus aspavientos de ayer no hacen sino abundar en la certeza de que excluirles de lo que tenga que ver con la Jefatura del Estado y no sea estrictamente necesario, es una buena decisión. Como lo es no abrir la llamada Comisión de Secretos Oficiales del Congreso a grupos como Bildu o Esquerra, para evitar que tuvieran acceso a documentos clasificados del Estado al que no quieren pertenecer, como adversario o «potencia opresora» que es.

Pero si el psoe en el gobierno ha obrado con prudencia en el primer caso, en el segundo ha hecho una concesión tan difícil de aceptar como tosca en su justificación. En pleno estrépito de pateo de butacas y griterío de camisas rotas por el honor violado por el espionaje a lomos de Pegasus, la presidenta del Congreso ha hecho algo insólito y peligrosísimo: abrir la puerta de esa comisión de secretos oficiales a grupos declaradamente contrarios al Estado Español. Uno de ellos, Bildu, heredera y depositaria aún en algunos de sus rincones, de los rescoldos de una organización terrorista que combatió a sangre y fuego a ese Estado. ¿Qué ha hecho Batet?, modificar el reglamento: en vez de requerir para la constitución de la Comisión una mayoría de tres quintos de los diputados, lo que cerraba la puerta a presencias indeseadas, ha impulsado que sea mayoría absoluta, abriendo paso a su participación. Y la razón no es otra que la necesidad de ofrecer a los grupos independentistas una moneda de cambio para que apoyen el plan de medidas urgentes del gobierno para paliar los efectos de la guerra. De hecho, en el mismo pleno se someterá a votación el plan y la constitución de la Comisión. Me votas esto y te doy esto otro. Cromo por cromo. Pero no son de la misma colección. O no debieran. La comisión de secretos oficiales no es un reducido grupo de parlamentarios a quienes se explican algunas de las cosas que hacen los Servicios Secretos Españoles. En realidad es una comisión que controla los dineros de los fondos reservados, que sigue y supervisa los gastos destinados a ese fin. No sé si es saludable políticamente y, desde luego, seguro para el Estado Español, que quienes navegan en el desafecto y vienen del enfrentamiento participen de información reservada. Más bien no.