Historia

Odesa, española

La reina, que apreciaba los méritos masculinos, lo incorpora a la lista de sus amantes y, cuando le reprochan que ponga al frente de la flota a un español del ejército de tierra, contesta nombrándolo vicealmirante

A veces un atrezzo deslumbrante oculta un principio sencillo. En la calle principal de Odesa, los paseantes ojean el cartel «Deribásovskaya Ulitsa» sin saber que el nombre de la calle es el del español José de Ribas y Boyons, vicealmirante de la flota rusa, ministro de Pablo I y atractivo amante de Catalina La Grande. La patria nuestra da estos especímenes de talento que, como Godoy, prosperaron desde el ejército. Seis idiomas hablaba José, hijo del conde barcelonés Miguel de Ribas, director del Ministerio de Fuerzas Armadas y Navales del Reino español en Nápoles. De madre irlandesa, dominaba desde su juventud castellano, italiano, latín, inglés, francés y alemán. Enrolado desde los 16 años en la Guardia Napolitana, conoció a Alexéi Orlov, comandante de la flota rusa, que lo contrató como asesor e intérprete y, con 23 años, ingresó en la Academia Militar Rusa, inscribiéndose como «miembro de la nobleza española». En San Petersburgo conoció al ministro de Construcción y, con 26 años, se convierte en su yerno en una boda a la que asiste la zarina. Para entonces era ya Iosif Mijailovich Deribás y se lanza con Grigori Potemkin a las guerras otomanas. Consigue la adhesión de Crimea, remonta el Danubio y hunde cien naves turcas. La reina, que apreciaba los méritos masculinos, lo incorpora a la lista de sus amantes y, cuando le reprochan que ponga al frente de la flota a un español del ejército de tierra, contesta nombrándolo vicealmirante. El norte del Mar Negro ya es ruso y De Ribas, o Deribás, es comisionado para firmar la paz con los turcos. Pero los españoles nunca dejamos de serlo y las raíces de José florecen en su vida en forma de ciudad. Convence a Catalina para crear una ciudad y ofrece a los cosacos establecerse en ella a cambio de una exención de impuestos muy catalana. Le pone «Odessos», como la mítica ciudad griega de Asia Menor, y la coqueta Catalina corrige el nombre a Odesa, en un delicioso juego de amantes. Como gobernador de la plaza, José De Ribas la convierte en el primer puerto del Mar Negro. Contrata arquitectos mediterráneos y hace de ella «la más europea de las ciudades rusas», según el poeta Pushkin, con aires de sol y vacaciones que ha conservado hasta hoy. El final de «Deribás» viene marcado por la muerte de la zarina, que era su dique frente a los sempiternos celos. Fue juzgado y absuelto por malversación y falleció de unas fiebres contraídas en campaña. Su nieta Catalina fue esposa morganática de Alejando II. Desconocía esta historia de película que me ha relatado la maestra de periodistas Elsa González.