PSOE

La tormenta perfecta

El PSOE se intenta resistir a que la corriente de la idea de un cambio de ciclo le lleve por delante. Sánchez contraataca con medidas que afectan directamente al bolsillo de los ciudadanos, como la prórroga de las ayudas al consumo energético, y azuza el curriculum de corrupción del PP que le llevó a la Moncloa tras la moción de censura.

Sin embargo, la estrategia puede ser estéril. El trabajo europeo en el que se ha empeñado el líder socialista, sin duda, contribuye a fijar la imagen presidencial, algo que, generalmente, es un activo frente al líder de la oposición.

Pero en este caso, no está tan claro. Si bien, es el área en que más ha destacado el ejecutivo durante la legislatura, frente a los problemas domésticos, la sociedad exige que el Gobierno baje a la arena de lo concreto.

Además, Feijóo no es un político novel, muchos años al frente de la Xunta con mayorías absolutas y su carácter plenamente gallego, han forjado la idea de político moderado y con experiencia suficiente. Estas dos cuestiones neutralizan el mejor activo que intenta explotar Sánchez.

La otra cuestión es la desmovilización del electorado de izquierdas. La legislatura ha venido teñida por los sobresaltos, algunos insorteables, como la pandemia o la erupción del volcán en Canarias y otros provocados por el funambulismo político, como la gresca permanente en el gobierno de coalición o los acuerdos de legislatura con los independentistas.

Los choques entre PSOE y Podemos han sido muy mediáticos y sonoros y han sentado la imagen de un matrimonio de convivencia, mal avenido y solamente unido por el deseo de ostentar el poder.

Ni se ha instalado la idea de que Podemos haya influido sustantivamente en la política del Gobierno ni la de que el PSOE haya ejercido mirando más allá de su propia supervivencia. Mal para los dos, que ven cómo sus electorados respectivos se encuentran desmovilizados.

Otro elemento que ha dejado mella es la idea de que la moción de censura hipotecó a Sánchez frente a los independentistas. Esto, sumado a los acuerdos puntuales con Bildu, podrá tener réditos en Cataluña o Euskadi, pero tiene un alto coste en el centro de España como se vio en Madrid y se verá en Andalucía y otros territorios.

Por último, y no menos importante, Sánchez es el presidente que menos pasiones ha despertado, una tormenta perfecta que puede llevarse por delante muchas cosas.