Opinión
El peligro de olvidar la Historia
Camino del quinto mes, la guerra en Ucrania parece que ya no es noticia y que lo que allí sucede ha dejado de interesar, con las consecuencias humanitarias en muertos, heridos y refugiados que merecieron tomar el relevo informativo de la pandemia a nivel nacional y europeo. Ahora la noticia mundial parece ser el «Orgullo», convirtiendo los gustos, placeres, orientaciones y deseos sexuales que pertenecen al ámbito de la intimidad, en una cuestión de interés general, con la fiesta que le acompaña mañana, tarde y noche en la calle y en todas las televisiones con Madrid como epicentro mundial.
Es momento para la reflexión, ya que parece que Occidente con el autómata Biden al frente, está muy satisfecho con la situación ucraniana, en la medida en que la consideraría beneficiosa para sus intereses; en definitiva, una guerra de desgaste para Rusia y Putin. La OTAN, también en Madrid y con Sánchez «encantado de haberse conocido» en su papel de «subjefe de Estado», ha blindado un considerable incremento de los gastos en Defensa, lo que permite a Biden sacar pecho en Washington al mantener a la UE como un suculento mercado de su potente complejo industrial militar, necesitado de conflictos bélicos para incentivar la demanda de sus productos y, de paso, consolidar su liderazgo geopolítico frente a China con el osito Putin en sus brazos. Sin ningún poder político, la Europa «desde el Atlántico hasta los Urales» con la que soñaron De Gaulle y Adenauer, la que forjó la Cristiandad y llevó la civilización y nuestra cultura y valores a otros continentes, es hoy un juguete roto en posesión de manos oscuras que desde la sombra manejan los hilos de las marionetas que actúan en el actual escenario político mundial.
Quien olvida la Historia está condenado a repetirla, y Europa no debería olvidar que actuar contra la agresora Rusia como se actuó contra la agresora Alemania tras la Primera Guerra Mundial, con unos Tratados de Versalles que la humillaron y arruinaron, produjo el nacimiento de la catástrofe del nazismo durante el periodo de entreguerras. Tras la Segunda Guerra Mundial se aprendió la lección y nació el estado del bienestar y el Mercado Común Europeo, antecedente remoto de la UE.
Ahora jugar a humillar a Putin y Rusia puede provocar el renacimiento de una versión actualizada de la extinguida URSS, que no resignada al papel de figurante secundario que se le adjudica en el guion, podría provocar una devastadora guerra. Quien juega con fuego acaba quemándose, pero el incendio se queda en Europa, no atraviesa ni el Atlántico, pensarán algunos osados.