Luis María Anson
Canela fina | Sánchez lava más blanco
«Se trata de que el presidente Sánchez caliente su poltrona monclovita hasta que se agote la legislatura»
Para permanecer en el poder, Pedro Sánchez necesita los cinco escaños de los proetarras de Bildu. Así es que los ha cubierto directa o indirectamente de dinero. Un periodista, sabio en investigación, está acumulando las prebendas económicas que desde hace tres años Sánchez derrama sobre los bilduetarras como un maná blanqueador. Fue Zapatero quien inició el blanqueo de Eta. Pero Pedro Sánchez lava más blanco. Los herederos de Eta, en su despiadado chantaje, no se han conformado solo con forrar el partido a costa de los Presupuestos Generales del Estado, mientras los contribuyentes, sangrados hasta la hemorragia, pagan unos impuestos casi confiscatorios. No. Han exigido además una serie de concesiones políticas, han inundado las plazas y las calles de las provincias vascongadas y de Navarra con homenajes a los terroristas y también a los presos a los que tratan en las cárceles vascas a cuerpo de rey. Y ahora han decidido que se promulgue una Ley de Memoria Democrática, que extienda el franquismo hasta 1983, implicando en él no solo a Suárez y Calvo-Sotelo, sino también a Felipe González y Alfonso Guerra. El 95 por ciento de los crímenes perpetrados por Eta, así como los centenares de heridos, extorsionados y amenazados corresponden al periodo democrático. Pero la banda etarra ha conseguido de Pedro Sánchez que las medidas antiterroristas entre 1975 y 1983 se consideren como represalias franquistas. Se trata de establecer una equidistancia entre víctimas y verdugos. Se trata de pasar por el aro una tropelía histórica de incalculable proporción. Y todo sin otro fin político que facilitar al presidente del Gobierno su aspiración a calentar la poltrona monclovita hasta que se agote la legislatura.
José María Aznar ha sido rotundo. Alberto Núñez Feijóo también. La primera medida que tomará el Partido Popular cuando retorne al poder será la derogación de la Ley de Memoria Democrática. Una buena parte del entorno de Pedro Sánchez piensa lo mismo. Pero se mantienen en la frase que Francisco Silvela hizo célebre el siglo pasado: «Frente a las debilidades o errores del jefe, no olvidamos que el deber supremo para nosotros es el de soportarle».
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