Política

Crisis de alfiles y peones

La culpa del batacazo andaluz había que colgársela a alguien, y le ha tocado a Lastra

Arde España y se enciende el PSOE. Tras el revés andaluz, Sánchez tenía que hacer algo, por mucho que aparentase normalidad. La dimisión de Lastra, justificada por «razones personales», va a permitir otro reordenamiento del partido. La vicesecretaria había perdido peso y pasa a engrosar la larga lista de damnificados tras Ábalos, Redondo, Campo y Carmen Calvo. Y es que la culpa del batacazo había que colgársela a alguien, y le ha tocado a ella. Al nombre de Adriana se sumará también algún portavoz del entramado socialista que no acaba de cuajar.

De modo que Sánchez intenta cerrar el naufragio del sur amortizando dirigentes «quemados», inventándose una nueva estructura para enderezar su imagen. Lo que no es fácil.

Es tal la temperatura política que, tras la gloriosa cumbre de la OTAN, no paran de caer primeros ministros en Europa. Empezó Johnson, le siguió la de Estonia y después el búlgaro. Draghi se tambalea en Italia y a Macron y Rutte le crecen las huelgas. Como si estuviera maldita aquella reunión atlántica en la que nuestro líder derrochó generosidad con Biden y el gasto militar.

Así de espléndido. Va a despojar de dinero a las eléctricas y a la banca para dárselo a sus votantes. Solo que bancos y energéticas lo repercutirán en los clientes, y al final acabaremos palmando los de siempre. De hecho pagamos ya por la improvisación del Ejecutivo en materia de energía. Ante la crisis del gas, los alemanes han decidido reactivar sus centrales de carbón. Nosotros no podemos, pues dinamitamos 7 de ellas. Y renunciamos a la energía nuclear, aunque en realidad se la estemos comprando a Francia a precio de oro.

Por eso nos fríen a impuestos. Cada vez más y más altos, pese a que, con la actual inflación, deberían bajarlos. Bajar o suprimir el de hidrocarburos, eliminar la tasa de emisiones y deflactar el IRPF. Esto último es una obligación. Dado que nuestros salarios se devalúan con el IPC, el Gobierno no debe cobrarnos lo mismo, sino mucho menos, pues en realidad ganamos menos.

Pero no. Pedro no va a bajar impuestos. Los va a subir. Dice que para favorecer a los necesitados. La realidad es que será para pagar el gasto creciente, la deuda desbocada, los incrementos salariales de políticos y funcionarios. No va a recortar el gasto como debería sino que va a gastar más. Hasta que la gente salga a la calle como en Holanda.

Claro que se ve fuerte porque los aduladores habituales dijeron que bordó el debate. En realidad estuvo penoso. Los réditos de sus promesas se han esfumado: los 20 céntimos, el tope del gas y las bajadas irreales de la luz, ayer otra vez por las nubes. La banca y las eléctricas son fuegos de artificio. Cada paquete de medidas es más populista. Pero le vale para sobrevivir. Como le vale igual esta crisis de alfiles y peones para hacerse un lifting. El problema es que se le acumulan los líos. Con Podemos, en el Gobierno y en el partido.

De modo que otra crisis veraniega antes de entregarse al Falcon, a Doñana y la Mareta. Eso sí, mirando de reojo a los vecinos. Peligran 4 de los que asistieron a la Cumbre. ¿Mal fario o pura casualidad?