Opinión

De los ERE a la corbata de Sánchez

Para nuestra desgracia, a Sánchez el PSOE le cesó hace seis años para que no hiciera lo que está haciendo, y tras su retorno, aquel partido lo ha trasformado en su particular predio político

En la reciente Cumbre atlantista de Madrid donde disfrutó ampliamente del espectáculo sintiéndose cual líder entre los «top ten» de Occidente, Sánchez asumió unos importantes compromisos de inversión y gasto en seguridad y defensa que con sus 120 diputados y la evidente oposición de sus socios y aliados no podía asegurar. Así se comprobó poco después en las conclusiones del Debate sobre el Estado de la Nación, cuando ese compromiso se pudo aprobar gracias al apoyo del PP. Esta situación abre un debate inevitable acerca de si es acertado, ante una persona de las características de Pedro Sánchez, actuar con «sentido de Estado», ya que preside un gobierno que está sometido a quienes actúan contra ese mismo Estado. Esta semana se ha comprobado una vez más cuando rechazó un pacto con el PP alegando que «ya saben que tenemos un pacto con ERC». Por si quedara todavía alguna duda al respecto, en su comparecencia de balance del curso político antes de las vacaciones, a la oposición no le dedicó más que un despectivo comentario aludiendo nuevamente a estar al servicio de «oscuros intereses». Están muy recientes las crisis vividas por los líderes –también asistentes a la cumbre de Madrid– , Boris Johnson y Mario Draghi, en la que al primero le ha cesado su propio partido, y sus socios al segundo. Para nuestra desgracia, a Sánchez el PSOE le cesó hace seis años para que no hiciera lo que está haciendo, y tras su retorno, aquel partido lo ha trasformado en su particular predio político. En cuanto a sus socios separatistas, le mantendrán en el Gobierno pase lo que pase, porque mejor aliado para satisfacer sus intereses no es previsible que lo vuelvan a tener. Hasta diciembre del próximo año ha reiterado que no habrá elecciones generales, lo que es la prueba evidente de la anterior afirmación, ya que se sabe blindado ante cualquier eventualidad, incluida la posible debacle en las elecciones municipales y autonómicas de mayo próximo. Él está a la espera del semestre de presidencia española del Consejo de la UE para utilizarlo como campaña de promoción personal, jugando a ganador en todo caso. O seguir en La Moncloa, o donde le paguen los servicios prestados esos «oscuros intereses», que sin duda el sí que los conoce muy bien. Mientras, se habla de apellidos empresariales y de la corbata, y no de los apellidos de los ERE. No da puntada sin hilo y ahora el debate no es la inflación ni la corrupción –tan próxima a sus personales y políticas siglas PS– sino del ahorro energético por no ir con corbata ni a la playa ni a la piscina.