Opinión
Atentado en Moscú de imprevisibles consecuencias
El atentado que el sábado por la noche, a 40 km de Moscú, segó la vida de la joven de 29 años Darya Dugina, hija del filósofo e intelectual ruso Alexander Dugin, cuyas ideas ultranacionalistas se consideran inspiradoras de la política expansionista del Kremlin, abre inquietantes incógnitas acerca de su autoría confluyendo todas en la posibilidad de un incontrolable incremento de la tensión militar con Ucrania.
Que el FSB, servicio de inteligencia ruso, atribuya su autoría a su homónimo ucraniano, llegando incluso a referirse a una mujer ucraniana de 43 años, cuyos datos de identificación ha dado íntegramente, como la autora material del atentado, llegando a dar los sucesivos cambios de matrícula de su automóvil desde que hace un mes llegó a Rusia para planear el atentado de Darya, no hace sino incrementar las incógnitas acerca del caso. La víctima, es una mujer con una proyección mediática que la había convertido en un referente del movimiento político nacionalista «Mundo ruso», del que su padre es coautor, ideólogo y principal autor intelectual.
La cuestión clave a dilucidar es si se trata de un atentado de «falsa bandera» planeado por los propios servicios rusos o si como estos afirman, han sido los ucranianos. Los precedentes y lo conocido hasta el momento, apuntarían a la primera de las hipótesis con el objetivo de enardecer a una parte no menor de la opinión pública rusa y a sectores del Kremlin partidarios de endurecer la «operación militar limitada» y declarar de facto la guerra, con el uso de armamento susceptible de atacar a Ucrania en lo que denominan como «centros de decisión» que según algunos analistas es un eufemismo militar para referirse a Zelensky y su residencia presidencial en Kiev. Precisamente mañana día 24, se cumplen seis meses del comienzo de la referida operación y sería una forma de hacer muy visible la venganza por ese crimen que ha sido calificado por el propio Putin de «vil y cruel» sufrido por una «auténtica patriota rusa».
Conocido que la verdad es la primera víctima de toda guerra, la desinformación por parte de unos y otros incide en acusar al respectivo vecino y enemigo declarado, de lo sucedido. Ciertamente no resulta fácil entender el beneficio para Ucrania de ese atentado cuyas consecuencias no vamos a tardar en conocer. Las guerras se sabe cuándo comienzan, pero no cuándo y cómo acaban, y la historia está llena de atentados, como el de Sarajevo en 1914, que detonaron la mecha de ellas, entonces la Primera Guerra Mundial. También de atentados de falsa bandera, como el del Maine en Cuba en 1898, para declararnos los EEUU a nosotros la guerra.
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