Abusos sexuales

Consentimiento

El miedo paraliza. El silencio y la pasividad no son consentimiento, son ganas de sobrevivir.

Me resulta incomprensible que alguien pueda estar en contra de la Ley de Garantía Integral de Libertad Sexual, popularmente conocida como «sólo sí es sí». De Vox era esperable, obviamente, acostumbrados sus representantes a ir intercambiando siempre los papeles de víctima y verdugo. Más difícil es metabolizar la negativa del PP, un partido empeñado en compensar los pasitos adelante con los retrocesos.

El consentimiento como eje de las relaciones sexuales y la voluntad de las mujeres ya son ley y entrará en vigor en las próximas semanas. Y digo que me resulta incomprensible porque sus claves fundamentales caen por su propio peso. Para empezar, elimina la distinción entre abuso y agresión sexual. Abuso, seguro que lo saben, se define con la realización de actos que atenten contra la libertad sexual de una persona sin violencia o intimidación y sin que medie consentimiento, mientras que la agresión es un atentado contra la libertad de una persona, utilizando violencia o intimidación. La cantidad de agresiones sexuales que se han rebajado a abusos por la vulnerabilidad, indefensión, paralización de las víctimas por la autoridad moral que sus violadores ejercían sobre ellas o simplemente por el miedo, son numerosas y muchas de ellas, cuando hemos conocido los detalles, son dolorosísimas. Son groseras, pornográficas moralmente.

Dirán los jueces que ellos sólo interpretan la ley, aunque ya sabemos que los hay siempre dispuestos al voto particular intentando demostrar que la víctima disfrutó o estaba de acuerdo. Ahora serán agresiones, sin más, sin distinción, como debería haber sido desde el principio. Tampoco entiendo cuál es el problema de que el consentimiento expreso sea clave para juzgar delitos sexuales; ni que se garantice la atención y reparación integral para las víctimas; ni que sea penado difundir fotos o videos íntimos sin consentimiento; ni que se prohíba la publicidad de la prostitución. ¿Tan difícil les resulta entender que todo esto está bien? ¿Tan difícil es que entiendan algunos que, si una víctima de violación no se resiste, puede seguir siendo violación? El miedo paraliza. El silencio y la pasividad no son consentimiento, son ganas de sobrevivir. ¿A qué tienen miedo todos estos que se rasgan las vestiduras? ¿Qué entienden todos estos por consentimiento? ¿Qué mensaje quieren lanzar a la sociedad? ¿Qué idea de relación sexual sana tienen? Sólo sí es sí. Punto.