Reino Unido
Anglicanismo en Reino Unido y laicismo oficial en España
Esta estrategia se puso de manifiesto durante la Transición y especialmente en el debate constituyente en las Cortes, donde se quiso alejar cualquier atisbo de catolicismo oficial pese a que más de un 90% de los españoles se autodefinían como católicos.
La continuada caída del nivel moral y ético de la sociedad occidental otrora cristiana es consecuencia directa de su sometimiento a un premeditado y calculado proceso de descristianización, agudizado en España bajo la coartada de su necesidad por un proceso de democratización, y más en concreto de «desfranquización». Bajo la coartada de la libertad religiosa se consideró como un paso necesario acabar con todo rastro del denominado «nacionalcatolicismo» por considerarlo secuela directa del franquismo, con el beneplácito de buena parte de la jerarquía eclesiástica de la época, con el cardenal Tarancón como máximo referente. Esta estrategia se puso de manifiesto durante la Transición y especialmente en el debate constituyente en las Cortes, donde se quiso alejar cualquier atisbo de catolicismo oficial pese a que más de un 90% de los españoles se autodefinían como católicos. Es oportuno insistir en que se pretextó que era un requisito de la necesaria democratización para poder ingresar en la entonces CEE, lo cual se ha acreditado que no era verdad. Esa política perseguía acabar con las profundas raíces cristianas de España, indisolublemente unidas a nuestra identidad nacional e histórica, como reconocen historiadores acreditados no necesariamente creyentes, desde Menéndez Pidal hasta Sánchez Albornoz, pasando por Julián Marías, entre otros, por tratarse de una realidad objetiva a la vista de quien se aproxima a su estudio sin prejuicios establecidos. Es preciso recordar ahora que el Reino Unido está de palpitante actualidad, que la libertad religiosa y la pertenencia a la UE no prohíbe que haya Estados con religiones oficiales, como Grecia con la religión ortodoxa reconocida como la oficial, hasta Gran Bretaña, antes del Brexit, donde además la reina y ahora el rey, son la máxima autoridad de la Iglesia Anglicana y los monarcas deben profesar dicha religión para ser proclamados como tales. Allí estamos comprobando cómo la continuada referencia a Dios por parte de los políticos, especialmente con ocasión del previsto solemne funeral de Estado, es asumida con total normalidad, y contrasta con el agresivo laicismo que se pretende imponer en España desde la izquierda radical en el Gobierno y sus terminales ante la no comparecencia de la oposición a ese debate.
En la memoria colectiva se encuentra esa «curiosa» ceremonia de homenaje a las víctimas de la pandemia de claras connotaciones más propias de otras latitudes, precisamente junto a la Catedral de la Almudena, donde debiera haberse celebrado el funeral de Estado. Nunca es demasiado tarde para rectificar.
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