Irene Montero

Hemiciclo volcánico

Las trifulcas internas tampoco son ajenas a Unidas Podemos, últimamente con una Irene Montero volcánica, desmesurada en el ataque, tras erigirse en víctima unos días atrás.

Está el patio más que crispado, lo vemos cada día en el Congreso. Si esos diputados son quienes nos representan a los españoles, mal vamos encaminados. La tribuna no está para herir, ni para ofender, está para hacer política. Excepto «bonitos», se llaman de todo delante de las cámaras. ¿Qué es aceptable y qué no en el Hemiciclo? ¿Cuáles deben ser los límites del debate parlamentario? ¿Por qué los insultos «filoetarra» o «fascista» se retiran del diario de sesiones unas veces sí y otras no? ¿Resulta arbitraria la presidencia de la Cámara?

Los expertos creen que reglamentos internos ya hay, otra cosa es que sus señorías los cumplan. Estas lamentables subidas de tono aumentan conforme se acercan las fechas electorales. Algún barón socialista, viendo que las maniobras de Sánchez para seguir en La Moncloa perjudican sus intereses regionales, sube el tono hasta cruzar ciertas líneas rojas que se traducen en un «toque» de Ferraz. Dice el líder del PP que el presidente de Aragón, expresando públicamente su preferencia por Javier Fernández frente a Pedro Sánchez, ha expresado el sentir de otros muchos socialistas. Sin embargo, las formas importan, señor Lambán. ¡Menos mal que no es usted desleal a Sánchez!

Las trifulcas internas tampoco son ajenas a Unidas Podemos, últimamente con una Irene Montero volcánica, desmesurada en el ataque, tras erigirse en víctima unos días atrás. Últimamente, parece querer arrebatarle el sillón de candidata de la izquierda a Yolanda Díaz. Ahora que ya están aprobados los presupuestos, Montero se permite acusar al PP de promover la cultura de la violación, y sigue erre que erre en esa ofensa. Lógico que los populares, senadores y diputados, se hayan manifestado a las puertas del Congreso, pidiendo su dimisión. No he acabado de comprender que, en esa concentración, no estuviera presente Núñez Feijóo, por mucho que el gallego matizara que evitó personarse para no «tutelar» a la portavoz de su partido.

Más allá de las suspicacias, de las broncas diarias o de las cartas de fabricación casera que tanto ruido están haciendo esta semana, importa lo que está ocurriendo, entretanto. Eso, que nos está haciendo daño como país. Sin ir más lejos, desde que entró en vigor la ley del solo sí es sí, cada día que pasa los jueces de toda España, abocados a cumplir la norma, rebajan penas o excarcelan a agresores sexuales. El último sondeo de Sigma Dos para Antena 3 Noticias señala que una inmensa mayoría de los españoles, el 80%, creen que la ley de Irene Montero –apoyada por todo el Gobierno– debería endurecerse o cambiarse, directamente. Importan muchas cosas, pero hay demasiado ruido, demasiada cortina de humo, demasiado hartazgo de lo político.