Reyes Magos de Oriente

Carta a los Reyes Magos

En primer lugar, en este año electoral os pido que echéis una mano a España para que recuperemos el rumbo perdido

Queridos Melchor, Gaspar y Baltasar:

Antes de nada, he de confesaros que, en este mundo tan materialista y descreído, siempre he creído en vosotros. Estoy convencido de que llegáis de más allá de las estrellas y acompañáis, invisibles, a todas las cabalgatas, hasta las más horteras y comerciales, con ridículos «papanoeles» intrusos, y os dedicáis a poner ilusión, por arte de magia, que es lo vuestro, en el corazón de los niños, sin olvidar a los mayores que no han perdido del todo la inocencia. No faltan los que dicen que los Reyes son los padres. Bien puede ser, que una cosa no quita la otra, pero no me negaréis que sois vosotros los que estáis detrás de todo este mar de emociones de la noche de Reyes. No encuentro otra explicación. Por eso es una noche mágica.

No sé si os he dado alguna vez las gracias por aquel caballo de cartón, con aparejo de carne de membrillo, que me dejasteis en la ventana del cuarto del reloj y que es el regalo que más ilusión me ha hecho en la vida. Ya puedo revelaros un secreto: aquella noche oí las pisadas de vuestras botas en la habitación –aún no había luz eléctrica–, pero cerré los ojos y me hice el dormido. Siempre supe que veníais por el camino de Valdenegrillos, bordeando la Alcarama. No sé cómo se las arreglaban los camellos para cruzar el collado del Robledo con dos o tres cuartas de nieve. A propósito, en Valdenegrillos vive la Romana, la última vecina del pueblo. Es muy anciana y está sola desde que murió el pobre Zacarías. No os olvidéis de ella.

Como es costumbre, he preparado una lista de peticiones que, tal como me ha salido, dejo a vuestra consideración. En primer lugar, en este año electoral os pido que echéis una mano a España para que recuperemos el rumbo perdido. Que dejen de gobernarnos los que quieren desvencijarla. Que los jueces gobiernen a los jueces. Que los políticos se ocupen en serio de la España despoblada. Que vuelva el rey Juan Carlos. Que concluya la maldita guerra en Ucrania. Que se esfume definitivamente el covid. Que la inteligencia artificial no nos deshumanice más de lo que estamos. Que haya avances significativos en la curación del cáncer. Que el desarrollo material vaya acompañado del desarrollo espiritual. Y, en fin, que España y la vieja Europa recuperen su alma cristiana, su razón de ser. Diréis que os pido demasiado, pero más difícil parecía lo que pasó cuando emprendisteis el camino siguiendo una estrella, y ya veis.