Política
Warren protege
La ingeniería social galopante de los próceres progresistas se mantendrá en ebullición en este año electoral
Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, utilizará todas sus artimañas para transmitir la impresión de que su principal objetivo es protegernos. Si dijera que es su único objetivo, la mentira sería demasiado brutal, incluso para él. Entonces, en la última ronda de autobombo antes de fin de año, declaró: «Gobernamos para la gente, y estoy convencido de que eso va a dar resultado electoral». Todo el plan depende de que un número suficiente de votantes se trague el bulo condensado en las cuatro primeras palabras.
Dirá usted: es duro de tragar. Y lo es, en efecto, pero Warren cuenta con poderosos medios de comunicación, que machacan sin cesar con una idea fundamental: el Gobierno no comporta costes sino exclusivamente beneficios. Se habló con naturalidad del «sexto paquete anticrisis». Sexto, señora. Seis planes han hilvanado estos angelitos progresistas para usted, porque solo piensan en «ayudar a la clase media y a los trabajadores», como si la clase media no fuera trabajadora. Y como si el Gobierno realmente ayudara, es decir, como si no representara carga alguna para los ciudadanos. Por supuesto, es mentira, porque hasta el último euro lo paga usted, señora. Pero de eso la prensa gubernamental no dice ni una sola palabra. Dicha ocultación constituye, de hecho, su misión principal.
De ahí que Warren no hable de impuestos, cuando no ha hecho más que recaudar de manera explícita e implícita, por la no deflactación del IRPF. Los medios adictos eluden púdicamente la mayor presión fiscal, incluida la subida de las cotizaciones de los autónomos, como ignoran la deuda pública y los enjuagues políticos que centrifugan los costes. Es entrañable ver cómo insisten en que Warren abarata las cosas, desde la comida hasta la energía, como si realmente pudiera obrar ese milagro, en vez de retrasar el pago al futuro. Si alguien plantea alguna objeción, como la comisaria Kadri Simson, es inmediatamente calificada de ultraliberal.
Para redondear la fábula, se pinta a Warren, pásmese usted, señora, como moderado, situándolo entre los extremos de la derecha y la izquierda. Se argumenta que es un hombre sensato, porque, ya sabe usted, señora, bajar los impuestos no es científico ni tolerante, sino absurdo y radical.
La ingeniería social galopante de los próceres progresistas se mantendrá en ebullición en este año electoral.
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