Política

La coalición echa humo

Se dan todos los síntomas propios de un matrimonio en crisis: sólo falta ponerle fecha al divorcio

La coalición está que arde, y no es para menos. La metedura de pata con la ley del «sólo sí es sí», que ha rebajado las penas o puesto en la calle a casi 300 delincuentes sexuales, tira por la borda la estrategia de Sánchez de ofrecer solo noticias positivas de aquí a las elecciones. Cada semana tenemos una importante cantidad de revisiones de penas a la baja para violadores, en ocasiones no menores. La rectificación debería haber sido inmediata, pero no lo fue. En vez de reconocer el error, pedir perdón y anunciar la retirada de la legislación, la respuesta de la ministra de Igualdad consistió en demonizar a los jueces llamándoles «fachas» y «machistas». Sostiene Montero y su equipo que su ley es perfecta. No lo es, como se ve cada día. Los jueces no son «fascistas» sino profesionales del derecho que aplican las leyes que les dan, siendo conscientes de la obligación que tienen de beneficiar al reo con la legislación más favorable.

Pero en vez de reparar el daño causado, el Gobierno deja pasar el tiempo para ver si la crisis amaina. El problema es que no disminuye, sino que se hace cada vez más grande. Todas las semanas tenemos varias decenas de delincuentes agraciados por la ley-Montero. El runrún de reprobación hacia la ministra es incesante, tanto en los medios como en la calle, y se ha vuelto cada vez más incómodo para Sánchez, en situación de apuro cuando le reprochan el disparate legal en sus comparecencias parlamentarias. Tal es el dislate que hasta Manuela Carmena y Rita Maestre, nada sospechosas de derechosas, lo han puesto estos días en evidencia.

Era demasiado pensar que un asunto de este calado carece de repercusión electoral. Son tan malas las encuestas, que el presidente del Gobierno no ha tenido más remedio que ordenar que se cambie la ley «ya». El problema es decidir quién lo hace. Montero dice que ella, y acude de nuevo a la matraca de que hay que mejorar la formación de los jueces en materia de igualdad. Nada de reconocer el error o pedir perdón a las mujeres afectadas. Ni un ápice de autocrítica. La realidad es que si Sánchez quiere rectificar de verdad, está obligado a trasladar el encargo a otro ministro y a hacerlo cuanto antes. En puridad debería destituir a Irene Montero de manera fulminante, pero eso le obliga a romper el Gobierno y revisar el calendario electoral.

El enésimo desencuentro del sanchismo con el podemismo parece ahora más grave. Con las elecciones a la vuelta de la esquina, cada partido se ve en la necesidad de diferenciar el mensaje. Las relaciones internas dentro de la coalición no van bien. No ya sólo por esta ley disparatada, por la ley «Trans» y por las diferencias sobre Ucrania, sino porque los sondeos dan el triunfo a la derecha y se empiezan a poner nerviosos. A la cumbre de Marruecos no asiste ningún ministro morado, ni siquiera la vicepresidenta Yolanda Díaz. Toda una señal. Ya nadie se muerde la lengua a la hora de criticar las ocurrencias podemitas. Se dan los síntomas propios de un matrimonio en crisis. Nunca fueron afines, pero ahora la coalición echa humo. Sólo falta ponerle fecha al divorcio.