Opinión

Ahora bautizos «civiles»

«Y Dios creó al hombre, varón y mujer los creó», afirma el libro del Génesis, con el que comienza el Antiguo Testamento y la Sagrada Escritura, que ahora cuestiona frontalmente la Ideología de género. Ésta afirma que el sexo biológico no define el género, que admitiría una variedad enorme de opciones para elegir la orientación e identidad sexual deseada.

En esta sociedad occidental europea –muy desarraigada de sus raíces por el poder–, va menguando aceleradamente el sentido cristiano de la existencia y de la vida. El derecho a la vida desde su concepción hasta la muerte natural está radicalmente cuestionado por el aborto –ya considerado como un derecho– y la eutanasia, pero no acaba ahí el objetivo laicista descristianizador. Al parecer se trata de fundar una religión naturalista cerrada a la transcendencia, pero imitando a la Católica incluso en sus siete sacramentos. Para ello, se apropian de las mismas denominaciones de ésta añadiéndoles el calificativo de «civil». Ya lo hicieron con el matrimonio, no aceptando el término «unión civil» para el no religioso entre un hombre y una mujer, y así ya han impuesto la denominación de «matrimonio» a las uniones entre parejas del mismo sexo, que se opone a lo que a través de la historia de todas las civilizaciones, culturas y religiones se ha entendido por tal. De esta forma, el carácter sacramental del matrimonio cristiano queda eliminado para gran parte de la población.

Ahora esa nueva religión ha dado un paso más y se ha querido apropiar del primero de los sacramentos católicos: el del bautismo. La ofensiva comenzó hace unos años con iniciativas municipales para oficializar mediante una presunta ceremonia administrativa la bienvenida al mundo de una nueva criatura. Diversos concellos gallegos lo implantaron con un éxito descriptible, lo que demuestra que el sentido común y del ridículo está más asentado en el común de los mortales que en algunas élites políticas «progresistas». Igual que en otras comunidades, como en la localidad malagueña de Torremolinos, donde el eco recibido por la iniciativa ha sido prácticamente inapreciable. Ahora es el alcalde de Valencia Joan Ribó quien ha tomado el relevo, porque según anuncia la página web del Ayuntamiento «todos los niños y niñas tienen los mismos derechos, y si sus progenitores no quieren bautizarles por no ser creyentes, hay que darles una alternativa». Así que Ribó los «bautizará» como sacerdote de esa nueva religión. Ante argumentos de tal calado intelectual, viene a la mente esta cita de Chesterton: «El problema de no creer en Dios es que se puede acabar creyendo en cualquier cosa».