Al portador

Una amnistía engañosa de deuda y la dimensión tácita

Esa deuda «amnistiada» es deuda del Estado y, como tal, habrá que pagarla entre todos, así de simple y de engañoso o tramposo

Michael Polanyi (1891-1976), nacido en Budapest cuando todavía formaba parte del Imperio Austrohúngaro, fue químico, economista y filósofo, polímata en definitiva y también padre del premio Nobel de Química John C. Polanyi. Afincado en el Reino Unido defendía que «podemos saber más de lo que podemos decir», que es la tesis de su librito que publicó en 1966, titulado «La dimensión tácita», ahora reeditado en España por Deusto, con prólogo de Amartya Sen. Pedro Sánchez, enfrascado en el penúltimo regateo de su compra –¡compra!, sí– a la vista de todos de una investidura, transita por lo tácito hace meses. Desde una algo enrevesada pero sugerente interpretación de Polanyi, el inquilino de La Moncloa y su equipo más cercano llevan meses atrapados en la casi esquizofrenia de saber más de lo que pueden decir. Es el pensamiento o el «conocimiento tácito», que anticipa lo que se piensa y se va a hacer, aunque sea incapaz de decirlo en un primer momento. Las amnistías, porque hay varias, «work in progress», al estilo joyceano, son el mejor ejemplo.

La amnistía a los que quebrantaron la ley en nombre del «procés», extendida a no se sabe cuántos más –solo faltarían el Barça y sus dirigentes por el caso Negreira–, era algo tácito desde el día siguiente de las elecciones. El jueves, el ministro Bolaños y Oriol Junqueras celebraron la otra amnistía, la de parte de la deuda autonómica catalana, que se extenderá a otras Comunidades Autónomas para evitar una revuelta popular. Es una amnistía porque borra deuda –como si nunca hubiera existido– en las cuentas autonómicas. Sin embargo, también es engañosa, algo que quizá ignoren, en primer lugar, los catalanes a los que se les dice que ha sido un gran éxito de los negociadores «indepes». Los catalanes, andaluces, valencianos y todos, seguirán en la práctica con la misma deuda, aunque apuntada en otro sitio. Esa deuda «amnistiada» es deuda del Estado y, como tal, habrá que pagarla entre todos, así de simple y de engañoso o tramposo. No obstante, sí hay beneficiarios, el Gobierno catalán y el resto de Gobiernos autonómicos agraciados. Sin duda, lo aprovecharán para volver a endeudarse y gastar más otra vez. Todo, claro, en nombre del bienestar de sus ciudadanos, pero a los que no les explican que, al final, serán ellos con sus impuestos, cada vez más altos, los que pagarán una fiesta que puede acabar en quiebra, que quizá es algo de lo que –tácitamente– sabemos más de lo que podemos/sabemos decir, como explicó hace tiempo Polanyi.