A pesar del...

Barbie suma positiva

«Barbie quiere ser una mujer real e ir al ginecólogo. Sospecho que en la secuela aparecerá la muñeca Barbie Aborta»

La película Barbie es como el mercado libre: un juego de suma positiva en el que todos pueden ganar.

Ha beneficiado a sus muchísimos espectadores, y ha sido un gran negocio para la empresa, coprotagonista de un filme que caricaturiza a sus directivos, pero que ha sido un éxito de taquilla, y ha demostrado que Mattel es capaz de recrearse y seguir ampliando su mercado.

Además, ha beneficiado a todo el feminismo. Al de izquierdas, con su mensaje emancipador de la mujer, y también con la idea de que todos podemos liberarnos, también los varones, siempre que superemos el estereotipo tradicional que apuesta por la complementariedad entre hombres y mujeres.

Pero también Barbie hará las delicias de mujeres y hombres liberales, partidarios del feminismo crítico, porque puede verse como una parodia, con numerosos guiños a películas y obras culturales, desde su mismo comienzo, con una recreación de 2001: una odisea del espacio, donde las niñas rompen las muñecas que identifican al sexo femenino con la maternidad.

Entre sus aspectos divertidos hay que subrayar la reiteración de la palabra patriarcado, que, como escribió Rebeca Argudo en LA RAZÓN, es una palabra que «si no la dicen ochenta veces a lo largo de la película, no la dicen ninguna». Añade que se puede disfrutar con ella «si no te la tomas en serio, si obvias el pretendido mensaje profundo y neofeminista de la directora, si pasas por alto las incongruencias en la trama, lo pueril del planteamiento». Efectivamente, es ridícula la imagen de Ken, y de todos los hombres, convertidos en idiotas cuando no en opresores, pero al final el espectador comprueba que la nueva Barbie feminista y empoderada está desconcertada y no sabe qué hacer con su vida.

Las personas más conservadoras podrán beneficiarse también por la repetición de imágenes de una sociedad donde prácticamente no hay mujeres felices, ni casadas, ni amadas. Por eso escribió Titus Techera, director de la American Cinema Foundation en Law & Liberty que la guerra entre los sexos ha terminado, y nadie ha vencido. Ese universo solitario es apenas un poco más deprimente pintado de rosa: «Lo asombroso de Barbie es que, abstrayéndose de demandas eróticas, abraza la muerte y la mortalidad. Barbie quiere ser una mujer real e ir al ginecólogo. Sospecho que en la secuela aparecerá la muñeca Barbie Aborta».