A pesar del Gobierno
Liberalismo = no agresión
Ser liberal significa no aceptar ni justificar la agresión de otro. Sea quien sea ese otro y sea cual fuere la justificación de su agresión. La base del liberalismo es que jamás podemos dañar al prójimo. La única excepción es cuando ese prójimo nos ataca antes. Solo en ese caso, y en ningún otro, podemos usar la violencia. Y solo podemos usarla para defendernos.
El liberalismo, por tanto, y al revés de lo que se piensa, no es una doctrina principalmente económica, sino moral y política. El mercado libre es solo una parte del liberalismo, que los liberales defendemos porque defendemos el derecho de propiedad y el derecho derivado de contratar con nuestra propiedad voluntariamente con la propiedad de nuestro prójimo. Es verdad que el socialismo de todos los partidos, en la medida en que limita, condiciona e infringe más o menos la propiedad, y limita, condiciona e infringe más o menos los contratos, es antiliberal, pero no lo es por razones económicas sino, otra vez, por razones morales y políticas.
Esas razones morales y políticas de rechazo a la agresión, a la violación de la justicia, al quebrantamiento de derechos y libertades, llevan a que el liberalismo no pueda ser motivo de negociación: nadie debe negociar ni ponerse de acuerdo con nadie para violar lo que es nuestro, nuestra persona, nuestros valores, nuestros bienes.
Y ahora ya puede usted llenar folios y folios enumerando las innumerables y bonitas excusas con las que desde cátedras, púlpitos y tribunas sin fin se alega que la libertad de cada uno está bien, pero hay que profanarla en nombre de la cohesión, el progreso, la igualdad, la justicia "social", la ecología y todo un amplio catálogo tras el cual se parapetan los antiliberales de izquierdas y derechas que, al cabo, lo que hacen es aplaudir la agresión.
✕
Accede a tu cuenta para comentar