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Castigo

Claro que, lo que no percibieron del todo los correligionarios de Sánchez, fue algo que éste afirmó: que la responsabilidad era de sus compañeros, no del líder

Sánchez considera «un castigo inmerecido e injusto» el resultado de las últimas elecciones. Cuando oímos su conclusión sobre la consulta electoral, parecía que el presidente –ahora en funciones– se estaba refiriendo a sí mismo y a cómo los ciudadanos habían aplicado ese atrabiliario castigo en su persona. En realidad, la expresión no significaba eso. Las palabras textuales de Pedro Sánchez fueron: «Tomé la decisión (de convocar elecciones anticipadas) pensando en vosotros y en vuestro trabajo. Ningún líder puede mirar para otro lado cuando los suyos reciben un castigo tan injusto y tan inmerecido». Dijo esto en la reunión que se celebró en el Congreso con los diputados y senadores del PSOE. Ese cónclave, de no haber convocado elecciones poco antes, habría sido una degollina para Sánchez, el líder. Si bien, lo que, con toda lógica, pudo ser un acto de oprobio y reprobación para el presidente, terminó convertido en un psicodrama donde el supuesto culpable revirtió en víctima y redentor. Muchos de los que estaban dispuestos unas horas antes a afilar los cuchillos contra él, salieron de esa reunión dándole las gracias y palmadas en la espalda (sin cuchillos metafóricos) mientras se enjugaban una lagrimita. Convengamos en que hay que tener habilidad para darle la vuelta a una situación así sin despeinarse y convertir una condena en una redención preventiva de penas. Claro que, lo que no percibieron del todo los correligionarios de Sánchez, fue algo que éste afirmó: que la responsabilidad era de sus compañeros, no del líder. Que habían sido los demás los castigados en las urnas, no Sánchez. Y que, a pesar de todo, allí estaba él para reparar la injusticia, como un buen líder siempre atento a los suyos («pensando en vosotros y en vuestro trabajo»). La responsabilidad del fracaso, de este modo, pasó instantáneamente de acumularse sobre los hombros de Sánchez a descargarse sobre los demás: sus acompañantes en las filas del PSOE. Que suspiraron gratificados por su jefe y lo aplaudieron, más que nunca. Emocionados, y agradecidos. (Porque más que un líder, Sánchez es un artista).