Podemos
125 pasos por minuto
Este miércoles 12 de octubre, día de la Fiesta Nacional –la fecha del año que más y mejor debiera recoger el sentido de unidad, el orgullo y la diversidad de una gran nación–, no podía quedar exento de quienes necesitan de cualquier excusa para alimentar la razón de ser de un sectarismo sostenido en interesadas relecturas de la historia. Dos ejemplos han destacado de forma especial en los prolegómenos de esta jornada de hoy y ambos, como no podía ser de otra manera, procedentes del poder municipal allá donde gobiernan marcas de Podemos gracias al apoyo del Partido Socialista.
En el primero, protagonista la alcaldesa de Badalona, Dolors Sabater, de «Guanyem en comú», que no ha dudado en declarar «opcional» la fiesta de hoy, a la que identifica con episodios colonialistas y genocidas. Sabater, que, situándose desde su alcaldía prestada y un grupo municipal no mayoritario, esgrime sin rubor alguno que se trata de una fiesta con «poco arraigo» en su ciudad, ha hecho gala de una estratosférica demostración de rencor sectario trufado con una ignorancia puesta de manifiesto en la entrevista que Alsina le hacía este lunes en onda cero y en la que, preguntada sobre el nivel de arraigo de sus conciudadanos con otras fiestas como la de la Constitución o la Inmaculada, se limitaba a argumentar que en esos casos viene mejor «por aquello del puente...». El asunto debería quedar en una triste anécdota a la espera de que hoy la «machada» de la alcaldesa no vaya a mayores tras la petición al juez de la delegada del Gobierno para que impida la apertura de oficinas municipales en la localidad.
El otro ejemplo solo puede venir del Gobierno municipal de la hoy ausente Carmena en Madrid. La alcaldesa de la capital del Estado, donde se centralizan los principales actos de la fiesta nacional, añadía algún elemento de desaire y de desdén hacia un estamento como la Legión, que supone algo más que puro «atrezzo» en los actos de este día; tal vez los 125 pasos que los gastadores legionarios marcan por minuto sigan siendo la principal atracción del desfile de fuerzas armadas. El Gobierno madrileño cambiaba el nombre de la calle que recuerda al fundador de la legión por «calle de la inteligencia», toda una ocurrencia tan discutible como respetable, aunque no estaría de más que las Carmenas y Sabater tengan conocimiento más exacto acerca de un cuerpo militar calificado de «facha» como pago por ser el que más sudor y sangre ha brindado a labores humanitarias en Bosnia, en Albania, en Serbia, en Irak, en Afganistán, en Congo, en Mali o en Líbano. Hoy, en la castellana madrileña al frente de la décima bandera desfilará un tal Julio Salóm, para más señas el coronel que el año pasado estuvo en Irak junto a la coalición internacional en la que se integraba por supuesto la legión española para –y esto no era labor humanitaria– combatir a eso que conocemos como «Estado Islámico», que mata a gente en plazas, estaciones y aeropuertos. Las cosas en su sitio.
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