Toni Bolaño

50 sombras de Mas

Con un pacto de legislatura firmado con ERC y con una agenda soberanista en la mano, el presidente catalán lleva seis meses en el gobierno. Como resultado, encuestas adversas. CiU está en caída libre y ha perdido el liderazgo en el mundo nacionalista. No tiene presupuesto con el que funcionar, no paga a proveedores, está asfixiado financieramente y el malestar en la calle sube decibelios. Para compensarlo, intenta desviar la atención acusando de todos los males al Gobierno, convoca cumbres para intentar llevar la iniciativa, y desarrolla una agenda soberanista que lleva el sello de ERC.

Con el partido de Junqueras, Mas ha desarrollado una relación de sumisión-dominación que haría sonrojar a Grey, el protagonista de la trilogía «Cincuenta sombras». Ante sus desprecios públicos, comprensivo. Ante sus exigencias, sumiso. Ante sus demandas, intenta esmerarse igual que un buen alumno. El presidente catalán, en seis meses, dista mucho de aquel seductor que se presentó a las elecciones con la intención de controlarlo todo. 180 días han bastado para convertirlo en un títere de una ERC que se siente y se sabe fuerte. Junqueras domina la situación y en las últimas horas hemos conocido su último «trágala» sobre Mas. Mas pedirá oficialmente a Rajoy la celebración de un referéndum de secesión. Es su penúltima claudicación. La venderá como una victoria, pero es una derrota.

Mas está atado de pies y manos. Sólo en su despacho de la Generalitat, con un Gobierno inerte, un partido acorralado por la corrupción y «pasmado» de inanición, dudas y luchas internas. Seis meses más así, y será el principio del fin.