Martín Prieto

Abortar el aborto

Cumplida la estimación hipotética del ministro de Justicia para llevar al Consejo de Ministros un nuevo proyecto de ley sobre interrupción del embarazo aquel se encuentra aún en calidad de anteproyecto de ley informándose de las pertinentes instancias jurídicas. Nada entre dos platos que ha provocado una tormenta en la taza de té y la tesis especulativa de que Ruiz-Gallardón podría dimitir. Nada más oportunista para la oposición minoritaria que moverle el Gobierno a la mayoría absoluta. El socialismo español monopoliza como cosa propia la enseñanza y en toda la democracia la derecha sólo ha logrado una ley de educación, y contestada de inmediato por el reservorio socialista del Califato andaluz. Cuando regresen al poder la derogarán. De exclusiva competencia del PSOE, con la anuencia de su izquierda, son asuntos centrales como pudieran ser las relaciones con la Iglesia o todo aquello que tenga que ver con la higiene sexual. La ley del aborto de Felipe González hirió sensibilidades pero acabó siendo asumida hasta por sus detractores y aun siendo un coladero para legrados a la carta. No se legisla a gusto de todos y menos cuando se rozan las conciencias. Zapatero, creando problemas donde no los había, enmendó a su referente político con una ley de plazos en el que las niñas de 16 años (¿y por qué no de 12 o 13?) pueden abortar sin conocimiento de los padres, trasladando provisionalmente la patria potestad de aquellos a los ginecólogos. Quienes no pueden votar, fumar o beber tienen el aborto a su libre albedrío. Nuestro socialismo ya lleva dos leyes troncales sobre el aborto y no tolera que la mayoría absoluta mueva una coma. Apoyados en el feminismo más radical esgrimen la libertad de las mujeres y su derecho a decidir, con lo que podríamos abocar al esperpento de un censo femenino que votara sobre las afecciones de su género. El aborto es un doloroso tabú para la derecha y un coto privado de caza para la izquierda.