Ahora lo llaman seguridad

Al equipo de lumbreras –porque no creo que haya cabeza humana que encierre capacidad para tanto cinismo en solitario– habría que darles un premio. Se me ocurre que sean unas vacaciones pagadas durante 10 o 20 años. Sí, pagadas. Nos va a salir mucho más barato que hacer frente a los despropósitos sancionadores que nos tienen preparados. Por sentido común, ya no digo por vergüenza, honradez, decencia o educación, no se pueden colocar dos radares a una distancia que no supera ni los doscientos ni los trescientos metros. O tienen un acuerdo con la empresa que fabrica los radares y se llevan un buen pellizco por cada contrato que realizan, o lo que quieren es freírnos a multas. Y como ésta, la mayoría de las medidas oportunistas y casi siempre a la desesperada con la que nos ametrallan. La retahíla de que todo lo hacen por nuestro bien y mirando por nuestra seguridad suena a excusa barata y rancia, como la que nos colaban nuestros padres cuando utilizaban la negativa a comprarnos la tan deseada moto para tapar algo más, como una situación económica complicada. Con decisiones como éstas, creo que a nadie se le escapa que a Tráfico, y por supuesto al Gobierno, se la trae al pairo que nos matemos más o menos en las carreteras mientras sigamos llenando los bolsillos y las cajas de la Administración pública, ésas que luego vacían en cursos de formación fantasma. Eso sí, siempre mirando por nuestra seguridad, la misma seguridad que tenemos de que nos van a sablear hagamos lo que hagamos. Feliz viaje (se lo digo al equipo de lumbreras, claro está).