Cástor Díaz Barrado

Ahora los suizos

La decisión de los ciudadanos suizos de poner trabas a los ciudadanos de la Unión Europea a la hora de circular y establecerse en el país helvético es una mala noticia y debería tener consecuencias para Suiza. La Unión Europea no puede permanecer impasible ante posiciones de este tipo y deberían desaparecer, de forma inmediata, los privilegios de los que gozan los suizos en Europa. La riqueza de este país se fundamenta en su pertenencia al entorno europeo y a los beneficios que obtiene de su participación en el mercado único. No cabe escudarse en que los suizos han votado movidos por el miedo a la inmigración y sostener que se trata de una decisión democrática. El Gobierno y el pueblo suizos deben ser responsables y asumir las consecuencias que se deriven de esta decisión. Bruselas tiene ahora la palabra y, en periodo de crisis, lo mejor sería la claridad en las respuestas. Tenemos una oportunidad para afirmar, sin fisuras, la unión en Europa y para dejar claro que quienes sólo quieren los beneficios no caben en el proyecto europeo y que no podemos otorgar ventajas a quienes sólo aspiran a aprovecharse de nuestro modelo. Las decisiones en la Unión Europea también son democráticas y, democráticamente, se puede optar por no otorgar tantas oportunidades y facilidades a un país como Suiza. Desde hace tiempo se viene trabajando en la necesidad de transparencia de los bancos suizos. Ahora, más que nunca, hay que hacerlo con mayor intensidad. La unión bancaria debe incorporar medidas muy eficaces contra el fraude. Nuestra obligación es demostrar que estamos unidos y que no somos una mera amalgama de países, en la que cada uno actúa por su cuenta. La decisión de los suizos, adoptada en referéndum, debe significar que se acabó el espacio de libre frontera y que, a partir de ahora, los suizos no gozarán de privilegios que no tienen los ciudadanos de otros países que son más aliados y leales con la Unión Europea. Deben comenzar las restricciones comerciales y, como es natural, los obstáculos al transporte. Si les resulta gratis a los suizos impedir la libre circulación de los ciudadanos de la Unión y poner cuotas, habremos fracasado como proyecto conjunto. No basta con lamentar la decisión de los suizos y con anunciar que se estudiarán las relaciones entre la Unión Europea y Suiza. La cuenta atrás ha empezado y el efecto contagio se puede dejar sentir en algunas cancillerías. Los que creemos en la Unión Europea esperamos reacciones muy democráticas pero muy contundentes.