José María Aznar
Algo más que un tipo con suerte
El pasado jueves, en Murcia, durante la presentación de su libro «Memorias I», el presidente del Gobierno regional de Murcia, Ramón Luis Valcárcel, preguntaba al presidente Aznar acerca de su reacción tras sobrevivir al atentado de la banda terrorista ETA de 1995. En particular, indagaba sobre cómo había reaccionado el entonces jefe de la oposición –que caminaba firme a la Moncloa después de haber ganado ampliamente las elecciones europeas de 1994 y las autonómicas y locales de 1995– al hecho de que el entonces ministro del Interior hubiera asegurado pocos días antes del atentado a los responsables de seguridad del PP que no había riesgo alguno de atentado contra dirigentes de ese partido político; al hecho de que el entonces presidente del Gobierno no se dignara a visitarle en el hospital tras el atentado; o al hecho de que la preparación del atentado requiriera desplegar cientos de metros de cable por las calles de Madrid, a la vista de cualquiera, sin que los servicios de seguridad, aparentemente, repararan en ello.
Aznar respondió con una sonrisa. «Soy un tipo con suerte», afirmó. «He sobrevivido a cuatro atentados frustrados de ETA. Y, en mi vida, he tenido la suerte de nacer en una buena familia, de acceder a una educación razonable, de sacar unas oposiciones con 23 años, de formar una familia, de ser diputado nacional con 29 años, de ser presidente de un gobierno autonómico con 34 años, de ser presidente de mi partido con 37 años, de ser presidente del Gobierno con 44 años. No puedo pedir más».
He tenido la suerte de trabajar casi catorce años junto al presidente Aznar, en la Moncloa, y en la Fundación FAES. De él he aprendido todo aquello que es importante en política y por lo que merece la pena dedicar una parte de la vida de uno a la política activa: la importancia de las ideas, y de gobernar de acuerdo con los principios y valores de los que emanan esas ideas; la necesidad de poner límites al poder político, que el propio presidente Aznar ejemplarizó con su decisión de no permanecer más de dos legislaturas en La Moncloa; la importancia de contar con los mejores para formar los equipos; y, por encima de todo, el patriotismo, el servicio a España como gran nación histórica.
Todo ello le permitió liderar la construcción de ese gran partido de centro derecha, liberal, reformista y ganador que es hoy el Partido Popular, un partido que él heredó con 104 diputados y que dejó con 183 diputados, en las elecciones generales de 2000, cuya victoria celebramos en La Moncloa.
José María Aznar, además de ser el presidente de honor del Partido Popular, ha sido, también, y en mi opinión, el mejor presidente de los cuatro que han concluido su mandato en La Moncloa. Heredó un país con un 24% de paro, un 50% de paro juvenil, un 7% de déficit público, un sistema de pensiones en práctica suspensión de pagos, pesetas en los bolsillos y corrupción rampante, y dejó en 2004 un país con ocho años de crecimiento ininterrumpido, cinco millones de nuevos empleos, euros en los bolsillos, superávit público, un sistema de pensiones con una enorme hucha y un país en el que la corrupción dejó de ser un problema para los españoles.
En el plano personal, es un hombre cercano, honrado a carta cabal, y muy familiar.
Me enorgullezco de contar con su amistad, y con la de su familia.
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