José María Aznar Botella

Algo se mueve

No voy a hablar de brotes verdes, la economía española vive un momento dramático y es de esperar que la primera mitad de 2013 sea todavía peor. Sin embargo, empiezan a surgir evidencias de que algunas de las más audaces medidas del Gobierno surten ya los efectos deseados. Entre las más polémicas medidas del Gobierno, se encuentran las sucesivas reformas financieras del ministro De Guindos. Éstas habrán podido ser más o menos acertadas, pero han tenido una incontestable virtud: reconocer un problema en su justa medida y atacarlo de forma creíble. A principios de 2012 teníamos un sistema financiero zombi, infracapitalizado e insuficientemente provisionado, que se enfrentaba a un ajuste de muchos años, atenazando en el proceso a la economía española en general y al mercado inmobiliario en particular. Hoy la situación es radicalmente distinta y parece claro que las reformas dirigidas a acelerar el proceso de ajuste están produciendo exactamente eso. Como era de esperar, son los mejores activos los que se están moviendo antes. Después de años de parón total, en las dos últimas semanas hemos visto cómo el Grupo Villar Mir ha pagado 200 millones de euros por un complejo de edificios de Madrid; dos fondos americanos, 100 millones por inmuebles en Madrid y Barcelona; una inmobiliaria venezolana, 17 millones por un centro comercial vacío en Madrid, y varios bancos han completado una OPA de exclusión sobre Metrovacesa. Esto es posible por los enormes esfuerzos en nuevas provisiones realizadas por la banca, y porque empieza a emerger una nueva realidad: en el mundo de la represión financiera el capital busca desesperadamente rentabilidad, y lo buscará allí donde se encuentre y se ofrezca un mínimo de certeza jurídica y política. Si no hacemos disparates, el capital acabará llegando a España y eso será el principio del fin de la crisis.