Pilar Ferrer
Alianza de felones
Instalado en su obsesión secesionista, Artur Mas se encamina hacia el abismo, dispuesto a sellar un pacto letal para Cataluña. Caer en manos de Esquerra Republicana es iniciar una lenta agonía de la propia Convergencia, bien dañada por los últimos resultados electorales. En medio de una crisis profunda, con las preocupaciones económicas de los ciudadanos, no es de recibo condicionar la estabilidad de un Gobierno a la consulta rupturista. Al tiempo, se lanza un órdago a Madrid, donde está la llave de la caja que permite pagar las nóminas catalanas, asfixiadas por una pésima gestión.
Oriol Junqueras es un líder coherente con su ideología. Sus exigencias parten de la propia esencia de ERC, un partido asambleario con el «pedigrí» de la independencia. Pero aceptarlas por parte de Artur Mas, para mantener el sillón de la Generalitat, es una grave irresponsabilidad. Desde La Moncloa el mensaje es claro: la transición hacia un Estado soberano, con organismos tributarios y jurídicos propios, queda fuera de la Constitución. Por ello, si tal desatino se consuma, se actuará en consecuencia. Mal asunto para la propia convivencia de la sociedad catalana, ya de por sí muy fracturada.
Resulta cínico envolverse en el separatismo, mientras llega el dinero de Madrid y hasta se pagan los bonos patrióticos. Y obviar la corrupción, el paro o el déficit es, claramente, un acto de felonía. Cuando se cumplen nueve años del tripartito, de infausta memoria, Artur Mas mantiene su alocada hoja de ruta con ERC. Mala compañera para un viaje a ninguna parte. Lástima que CiU, una federación que siempre fue moderada y responsable, suscriba ahora una alianza tan desleal. Puramente de felones hacia España.
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