Alfonso Ussía
Almería, el sofá y la Playmóvil
Podemos presenta al general carmesí por Almería. A ver si en esta ocasión consigue el escaño que le negaron los aragoneses. Me parece bien, porque es de todos conocida la estrecha vinculación de don Julio Rodríguez con Almería.
Como la marquesa de Fuentefría de «Los Extremeños se tocan». «Soy la marquesa de Fuentefría/ soy española, soy de Almería,/ soy lo más alto de la elegancia/ me calzo en Londres, me visto en Francia,/ me hago las manos en “madam” Nick/ y tengo un Bentley, un Nash, y un Buick». Le sugiero a Pablo Iglesias que, por si acaso, por si no suena la flauta, presente a don Julio como cabeza de lista en diferentes lugares. Número uno por Almería, número uno por Lugo, número uno por Lérida y número uno por Teruel. De esta guisa, sale elegido y con el escaño adherido a su nalguerío con plena seguridad. Repare el coletazas en el tímido tirón personal de don Julio, más o menos similar al de don Álvaro Figueroa, conde de Romanones, con los académicos. O al de Jorge Verstrynge, el delfín de Fraga, cuando compitió con Tierno Galván por la alcaldía de Madrid, consiguiendo que hasta mi voto fuera para el PSOE.
Salto de Almería al sofá.
En los momentos históricos la exigencia de la estética es irrenunciable. La presidenta del Parlamento catalán, señora Forcadell, ha recibido en su despacho a los autores del anteproyecto de la Constitución de la República de Cataluña. Ella recibe el texto encuadernado en una butaca, mientras los cuatro anteproyectistas se ubican en un sofá para tres personas, muy tiesos y juntitos, bastante incómodos y con una plástica lamentable. No hay pintor en el mundo que inmortalice con dignidad semejante adefesio, a pesar del interés del contenido del anteproyecto, en el que destaca la no oficialidad del español o castellano, la declaración de Cataluña como Estado Ecológico, la inexistencia de unas Fuerzas Armadas catalanas y la creación del «Instituto de la Paz y la Tregua».
Se contempla asimismo, la invitación a los naturales de Valencia y Baleares a sumarse a la ciudadanía catalana, sin olvidar a los franceses del sudeste. Un interesante anteproyecto que merecía, al menos, que sus autores no se vieran obligados a rozarse los muslos mientras se lo entregaban a la ilustre y simpática política catalana. Y el salto de ahora es más limitado. De Barcelona a Barcelona. Del Parlamento a la del casco de Playmóvil.
Anna Gabriel, distinguida dama de la sociedad barcelonesa, encantadora mujer dotada de un precioso casco de quita y pon cuando a su hogar llega y cuando de su hogar sale, ha propuesto tener hijos en común para que sean educados por la tribu y no por sus padres. Abomina del núcleo familiar convencional y desea que los hijos sean de todos. Incluso se ofrece a formar parte de un grupo tribal y entregar su cuerpo al proyecto de la tribu. Ese ofrecimiento ha asustado a un buen número de los posibles miembros del grupo, pero no es momento de enredar ni poner zancadillas a tan sana, lógica y justa realización. Anna Gabriel no considera conveniente para los niños las figuras del padre y de la madre, por considerarlas obsoletas y con negativas influencias conservadoras. Los niños son de todos y se acabaron los problemas.
Pero me informan que Anna Gabriel no tiene hijos, y por lo tanto, ignora lo que significa un hijo, ignorancia que obliga a desestimar, de momento, su proyecto. Yerra en sus apreciaciones. Los matrimonios más religiosos y conservadores son los únicos capaces de sacrificar sus vidas por la tribu. El que escribe nació y creció en una tribu. Éramos diez hermanos. Y conozco tribus de quince y hasta de veinte hijos. Anna Gabriel no sabe lo que es un hijo y pretende aleccionar a tribus familiares unidas y consolidadas. Le recomiendo que busque a un compañero tribal que se encabrite con los playmóvil, tenga con él un hijo, y posteriormente opine. Pueden darse sorpresas. Y dejo de saltar.
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