César Lumbreras
Arias en «La Gloria»
En 2004, cuando se acabó el acto de traspaso de la cartera a su sucesora socialista, Elena Espinosa, Miguel Arias Cañete despidió a sus escoltas, se enfundó el casco, agarró su motillo y se perdió entre el tráfico de Madrid ya como ciudadano de a pie. Fue una despedida del Palacio de Fomento más triste que la protagonizada el pasado martes por varios motivos: el PP había perdido las elecciones y su sustituta de entonces no era, como ahora, su candidata.
En esta ocasión, tras el emotivo traspaso de la cartera, Arias salió andando del Ministerio en compañía de su mujer y de su jefa de gabinete y se dirigió al cercano bar La Gloria. En su terraza estaban otros cargos del citado Departamento, compartiendo unas raciones y allí que se sentó. Hubo quien le propuso cruzar la Glorieta de Atocha, acercarse hasta El Brillante, establecimiento muy popular y famoso por sus bocadillos de calamares, degustar uno de ellos y ya, de paso, hacerse la que hubiese sido sin duda la mejor foto de su campaña electoral: Arias Cañete zampándose un bocata de calamares en la terraza poco después de ceder la cartera. Sin embargo, su apretada agenda se lo impidió, porque tenía que coger el AVE con destino a Ciudad Real, donde esa misma tarde presentó el capítulo agrario del programa electoral del Partido Popular. Le esperan unas duras jornadas de campaña como paso previo para tomar posesión de su escaño como eurodiputado y luego ser el comisario de nacionalidad española.
Durante ese periodo de tiempo no va a tener mucho que hacer, salvo negociar, en colaboración con Rajoy, una comisaria importante, quizás la de Comercio. Dispondrá, por lo tanto, de tiempo para tutelar desde el punto de vista político los primeros pasos de Isabel García Tejerina como ministra de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Su colaboración continúa.
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