Alfonso Ussía
Arte y estupor
El 1 de junio de 2016 será para la Fiesta el día del arte y el estupor. El arte en Madrid, en la plaza de Las Ventas, en la que José María Manzanares creó con la colaboración de un toro de Victoriano del Río una de las faenas más portentosas, lánguidas, pausadas, profundas y detenidas de los últimos años. El estupor, en Santander, cuyo Ayuntamiento gobernado por el PP en minoría aprobó, con los votos del resto de los partidos, una moción antitaurina presentada por Podemos que pone en grave peligro la tradicional Feria de Santiago. En Madrid, José María Manzanares descolgó de los azules a su padre y sentó su memoria en un burladero. Y no toreó como los ángeles. Le bastó y sobró torear como los Manzanares. Decía Antonio Ordóñez, el más grande de los toreros, que se recordaba a él cuando toreaban Manzanares –padre– y José Tomás. El José Tomás de la primera época, todavía libre de influencias raritas. La obra de arte en movimiento que el 1 de junio de 2016 firmó José María Manzanares, el hijo del padre, quedará para siempre en el museo del recuerdo de la tauromaquia. En Santander, Podemos, representando al populismo y el estalinismo que aborrece a España, presentó su moción antitaurina. Hasta aquí, ninguna sorpresa. La sorpresa la protagonizaron los concejales del PSOE, del PRC y de Ciudadanos, que votaron a favor de la moción de Podemos.
En Madrid, mientras el antipático y resentido tendido del 7 le hacía la tarde imposible a Sebastián Castella, un torero que lo ha dado todo por Madrid, premiaba con generosidad a López Simón, y se rompía de manos y emociones con el toreo portentoso de Manzanares, el viejo Rey presidía desde el Palco Real la tarde inolvidable.
En Santander, el presidente de la Comunidad, aficionado a los toros, presente en todas las corridas de todos los años con su puro en la boca y su demagogia en la frente, admitía que su partido político se humillara ante Podemos, porque de Podemos depende su permanencia en la presidencia de Cantabria. Pero también el PSOE y Ciudadanos, lo cual no entra en la luz de un análisis sereno. Después de tantos años de trabajos y aciertos para devolver a Santander el valor de una de las ferias más prestigiosas del norte, la miseria vence sobre la tradición, la dictadura sobre la libertad y la antiespañolidad ante la españolidad de una de las ciudades más rotundamente españolas de España. Mucho juego de palabras. Porque a Podemos, el PSOE, el PRC y Ciudadanos no les molesta la Feria de Santiago. Les molesta España, y la Fiesta es la excusa para lograr sus objetivos. De celebrarse la Feria en su maravillosa plaza de toros de Cuatro Caminos, es de esperar que no aparezca Revilla con su habano en la boca y su demagogia en la frente. Sería, como poco, una presencia contradictoria y nada ajustada a la coherencia.
Pero en Madrid, José María Manzanares, que se trajo a su padre de allá arriba y lo sentó en un burladero, demostró que el arte en movimiento emociona tanto como el estático. También la música es arte en movimiento, y en Madrid nos falta, pero de haber toreado a «Dalia» en Bilbao, Santander, Sevilla, Ronda o el Puerto de Santa María, su faena tendría que haberse acompañado por un tramo de la Séptima de Beethoven, igual que en los recuerdos de mi ánimo se oía acompasada mientras Antonio Ordóñez rozaba con su cadencia los espacios desconocidos.
En Madrid, el arte, y en Santander, el estupor. Revilla ya se ha retratado. Falta que nos expliquen su rechazo a la Fiesta Pedro Sánchez y Albert Rivera.
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