José Ramón Pin Arboledas

¡Aúpa España! ¡Viva «La Roja»! (y no sólo en el fútbol)

España crecerá en 2014 mucho más de lo que los expertos dicen. Los fondos internacionales lo han visto y no quieren llegar tarde. Botín ha constatado a través del Santander el apetito de los inversores por el país. La Bolsa, un indicador adelantado de la economía, está empujando. Los empresarios empiezan a traer plantas industriales a España deslocalizándolas de los países emergentes. La industria del automóvil exporta como nunca. Es verdad que el sector inmobiliario, el de construcción y la obra pública tardarán en despegar, pero ése es el famoso cambio de modelo que todos los expertos pedían. Además, hay un capital humano preparado y dispuesto, con un mercado laboral cada vez más flexible y dispuesto a acordar mejoras en la competitividad a través de los comités de empresa, alejados de las cúpulas politizadas de CC OO y UGT.

El Gobierno tiene que seguir reduciendo el gasto público, que será sustituido por el sector exterior como componente de la demanda global. Es el empresariado y el trabajador lo que nos sacará de la crisis y nos llevará al crecimiento, a pesar de parte de la clase política y sindical, anclada en sus deseos de fracaso por razones ideológicas y electorales. Al Gobierno le corresponde ajustar el déficit y bajar los impuestos, el IRPF. Con esa inyección de dinero en los particulares de clase media volverá el consumo, y el turismo en el verano de 2014 será otra vez espectacular. Para ello, la situación internacional debe continuar con un alto nivel de liquidez. Las políticas de la Reserva Federal, el Banco Central de Japón y el BCE parece que continuarán hasta mediados del año que viene, por lo menos. Eso es una garantía. No hay visos de cambio, ni siquiera en EE UU, que ya no da sorpresas. España será una sorpresa en 2014. Nuestra economía, como nuestra personalidad, es ciclotímica. Cuando las cosas no tiran, el pesimismo nos invade. Sin embargo, cuando el futuro sonríe, el optimismo impera. La primavera de 2014 será espectacular. Quizás este pronóstico parezca excesivo. No obstante, cuando vaticiné un crecimiento a partir del tercer trimestre de 2013, pocos me creyeron ¡Aúpa España! ¡Viva La Roja! (y no sólo en el fútbol). No es extraña la prisa de los nacionalistas por tensar la cuerda; saben que si la economía se da la vuelta sus aspiraciones perderán peso en la sociedad. Éste es, quizás, el último escollo que el Gobierno debe superar: despejar la incertidumbre del desafío independentista. Lo curioso es que al despejarla, los más beneficiados van a ser las regiones donde el soberanismo parece más arraigado en los medios de comunicación (habría que ver la realidad en la población). Al ser las más ricas, recibirán más rentas del crecimiento.