Martín Prieto
Auschwitz Birkenau en la Complutense
Hace unos millones de años y gozando de perfecta salud física mental doné mi futuro cadáver al departamento de Anatomía de la Facultad de Medicina de la Complutense. El trámite se hizo con rigor formal y la autoridad académica sólo exigió que mi defunción no precisara de autopsia o intervención judicial indagatoria sobre mi óbito. No me movía algún prurito ciudadano, un ataque de lo políticamente correcto y menos aliviar a mis deudos de gastos funerarios, sino el roce familiar con la Medicina y el convencimiento de que los discípulos de Hipócrates y su yerno Galeno sólo podían entender la Anatomía diseccionando cadáveres. Por unos días tienes alguna ensoñación morbosa y te ves metido en un gran archivador metálico refrigerado, aséptico como un quirófano, del que te extraen reverencialmente unos circunspectos aspirantes a científicos. Es la ingenuidad la que mueve las montañas. Las imágenes de los tenebrosos sótanos de la Complutense parecen copias de los mataderos nazis tras la liberación: cuerpos momificados o en putrefacción, en el suelo, apilados unos sobre otros, con los variados rictus que adoptan las calaveras disecadas. El decano ha enmudecido, el responsable de Anatomía permanecía afásico hasta que le invitaron ayer a coger la puerta, y el rector, Carrillo, buen matemático, da explicaciones espeluznantes: que sólo son cien muertos que están rezumando, pero que hace años no se cubre la plaza del que opera el horno crematorio. He roto mi certificado de donación, he puesto un fax a la Facultad, injurioso, y he añadido un codicilo a mi testamento exigiendo me den tierra bajo dos metros de cemento, no sea que vengan los de la Complutense a rascarme un brazo o una pierna como el doctor Frankestein y su ayudante jorobado. Esta Universidad central es desmesurada e ingobernable, reino de taifas y deuda acumulativa, pero como infame depósito de cadáveres atenta contra cualquier liturgia multirreligiosa, la moral, la ética, la estética y el último respeto que merecen los seres humanos.
✕
Accede a tu cuenta para comentar