Restringido

Balance

La Razón
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A Bergoglio no le gustan los balances; por eso ni los hace ni presta demasiada atención a los que hacen otros sobre su acción. Pero indudablemente 2015 ha sido un año crucial en su pontificado por muchos aspectos. Me fijaré sólo en dos. Ha sido el año de los grandes viajes: Sri Lanka y Filipinas, Sarajevo, Ecuador-Bolivia y Paraguay, Cuba y EE UU; por fin, Kenia, Uganda y la República Centroafricana. Gestos y palabras ajustadas en cada circunstancia, recibimientos multitudinarios en todos los países, jornadas agotadoras y un Papa tan feliz como las gentes que acudieron a saludarle son las notas comunes de todos estos viajes. Memorables los discursos ante el Congreso norteamericano en Washington y en Nueva York ante la Asamblea de la ONU. Significativa al máximo la apertura de la Puerta Santa en la catedral de Bangui anticipando la inauguración del Jubileo de la Misericordia. Creo, sin embargo, que lo más «revolucionario» que Francisco ha realizado este año ha sido llevar a buen puerto el Sínodo sobre la Familia. Ya había convocado uno extraordinario sobre este mismo tema en el 2014 y justamente en esas sesiones surgieron tensiones en algunos sectores eclesiales que veían amenazada la integridad de la doctrina católica sobre el matrimonio. Por eso en el periodo intermedio entre las dos asambleas sinodales se hicieron oír voces discordantes en altos estratos de la jerarquía eclesiástica. El Papa no se intimidó ni quiso hacer callar a los discrepantes. Durante el mes de octubre en el aula sinodal hubo momentos tensos; él estaba presente e intervino haciendo valer su carisma de garante de la unidad de la Iglesia y defensor de la verdad revelada. El documento final del Sínodo fue aprobado por aplastante mayoría en casi todos sus apartados ( sólo en tres de ellos hubo una atendible cantidad de votos negativos). Se espera que el Papa haga pública pronto la Exhortación Apostólica en la que formule sus conclusiones sobre los problemas planteados durante los debates sinodales. Ese sí que será un balance que sólo él puede hacer con autoridad y que marcará nuevas líneas de acción pastoral.