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Cristina López Schlichting

Bandera negra

Mi abuela de Hamburgo contaba que la Gestapo recorrió una noche las casas del barrio y se llevó a los discapacitados psíquicos contra la voluntad de sus padres. Nunca más volvieron. Pensé que jamás regresarían estas ideas asesinas. Pero hace diez días escribía Arcadi Espada en su blog de «El Mundo» un artículo llamando a los discapacitados «hijos tontos y peores». Abogaba por «diseñar hijos más inteligentes, sanos y mejores» y calificaba de «crimen contra la humanidad» (así se llama el artículo, para quien quiera releerlo en internet) a quienes permitan el nacimiento de personas que lastren con sus «costes de tratamiento» a la sociedad. Javier Romañach, miembro del Foro de Vida Independiente, tetrapléjico él mismo, le respondía en este periódico recordando que la propaganda nazi establecía como inaceptable el gasto de cinco marcos diarios en un discapacitado cuando una familia sana entera podía vivir con ese dinero. Como ha denunciado la asociación Down España: «Arcadi Espada presenta la muerte del inocente como un bien y la vida como un mal». Estas proclamas eugenésicas responden a la convicción de que sólo determinados hombres «valen», precisamente los que el poder de turno decide. Me temo que un criterio semejante está naciendo en política. Para un sector de las nuevas generaciones, la frase «un hombre, un voto» ya no vale. Proclaman que hay gente cuyas ideas no merecen respeto. Esperan líderes fuertes que apliquen rotundamente las suyas. Los militantes del 15-M o los llamados «indignados» no consideran democrático un parlamento elegido por todos. Piensan que sus convicciones, difundidas e impuestas desde la calle con manifestaciones, algaradas, acosos y proclamas, son mejor solución. El juez Pedraz acaba de meter en la cárcel a los miembros de un grupo llamado Kolectivo Bandera Negra que atacó a la Policía Nacional en la huelga general del 14-M y colaboró en los disturbios de los mineros de Mieres. Almacenaban tubos lanzacohetes, cohetes y bidones con gasolina. Llamaban guerreros y presos políticos al Grapo y ETA y amenazaban por Facebook a la Corona, determinados políticos, Cuerpos y Fuerzas del Estado y entidades financieras. Hay que estar atentos porque actualmente se reproducen muchas de las desgracias que ocurrieron en los años 30: «crack» económico, pérdida de crédito de las instituciones (partidos, gobiernos, parlamentos, sindicatos, corona), odio a la banca, populismos. Aquél fue el escenario en el que nacieron las dictaduras del pueblo de todos los colores. Espero sinceramente que las coincidencias con el siglo pasado terminen aquí, pero mi Twitter está que arde de gente agresiva.