María José Navarro

Beliebers

El pasado jueves, el presidente del Congreso dijo que la votación había terminado y sus Señorías, la mayoría señores y señoras respetables con gafas y doctorado que nos piden aguante y paciencia, salieron en estampida para irse de puente. A la huida general sólo habría faltado que los diputados masculinos salieran voceando «EEEEEh», distintivo gutural adolescente que los malotes de la clase lanzan cuando salen en tropel y que el español medio repite nostálgico cuando se va la luz en los restaurantes. La escena, digna de «Desmadre en el instituto», ha terminado de hundir la imagen de nuestros políticos. La enésima prueba de infantilismo de nuestros representantes tras las demostraciones continuas de y tú más, pues anda que tú, en mi culo rebota y a ti te explota, plantea la necesidad de tomar medidas. No serían complicadas. Al Congreso se iría en uniforme, los niños pantalón gris y jersey de pico azul y corbata (salvo Cayo Lara, que sería expulsado semanalmente por indisciplinado), las diputadas con falda escocesa y carpetas forradas con fotos de sus ídolos políticos apoyadas sobre el pecho. En el recreo, señalado con un timbre, beberían gin-tonics subvencionados con el bocadillo y tirarían bolitas de papel con canuto de bolígrafo Bic durante las ponencias. Montoro se perdería los plenos al haber sido encerrado en la taquilla por sus compañeros, a Wert no le hablaría nadie en el recreo y Soraya Sáenz de Santamaría se chivaría de todo a la directora, Srta Villalobos. Alucinada está la gente con la escenita pero en Twitter, eso sí, ni una disculpa, si acaso alguna chulería para terminar de bordarlo: se ve que sus Señorías Beliebers son más de Tuenti.