Historia

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Bernabéu, el presidente

La Razón
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Umbral escribió que después del grito de Rodrigo de Triana, el de Matías Prats celebrando el gol de Zarra en el mundial de Maracaná del año cincuenta era el segundo en importancia en la Historia de España. A tenor de la trascendencia, entre el euforizante y el desahogo, que tradicionalmente ha tenido el fútbol, no sería exagerado que lo fuera. No hay ránking de gritos históricos como no lo hay de gemidos, así que en estos asuntos se puede especular lo que le venga en gana. El grito es el idioma oficial en los estadios, las últimas praderas urbanas donde se invoca lo legendario sin necesidad de conocer la leyenda. Como la información deportiva se ha cubierto de banalidades y detalles menores, de trucos y simplificaciones, la Historia de cómo el fútbol –es decir, del Real Madrid, si se atiende al tonelaje de cobertura diaria– ha llegado hasta aquí permanece varada en archivos y fondos. Los niños sueñan en los parques con ser Cristiano, ignorando, quizá, a quién responde con detalle el nombre de su estadio, que es como ignorar a San Pedro entrando en la Basílica del Vaticano. Bernabéu, el nuevo documental de Salazar-Simpson, ha dispuesto de buen material histórico y de la colaboración del club para (re)descubrir una época. La del hombre que escribió el libro de estilo.Y se intuye que la cinta bebe de una fuente netamente superior, el libro que Julián García-Candau le dedicó hace algún tiempo. «Bernabéu: El Presidente» (Espasa) sigue siendo el manual adecuado para saber quién fue aquel hombre que murió con apenas un millón en el banco y soñaba en el mar a bordo de su pequeña barca. Prohibió que Di Stéfano anunciara medias Berkshire y obligó a retirar la campaña que decía «si yo fuera mi mujer, las luciría» cuando años antes le había obligado a tener no más que un Seat 600 para sofocar la ostentación. García-Candau estudia el deporte como una aventura humana que incluye la épica, la didáctica y el retrato íntimo. Tal es el caso de su libro sobre Bernabéu.