Manuel Coma

Brechas en la confianza nuclear

La Razón
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La Cumbre sobre Seguridad Nuclear, que Obama reunió en Washington el jueves y el viernes, bianual y cuarta desde 2010, ha tratado, naturalmente, de la inseguridad nuclear en el mundo, la que proviene del nuclear militar, no del civil. Así el ferviente deseo de los yihadistas de toda laya de hacerse con material nuclear y mucho mejor aún con alguna bomba, ha sido tema central. En segundo plano ha estado el peligro de atentados contra centrales nucleares, que ronda las cabezas de todos los responsables de la lucha anti-terrorista, agravado después de que tras Bruselas se haya sabido que alguien relacionado con la industria nuclear lo estaba también con el yihadismo.

Reducir el peligro de que los agentes del terror pongan sus sanguinarias manos sobre tales materias o artefactos ha sido uno de los objetivos prioritarios de Obama desde su llegada al poder. Éste ha confesado que aunque se han realizado progresos notables en esa dirección, poniendo a buen recaudo la mayor parte del material radiactivo que hay en el mundo, no ha podido llegar tan lejos como hubiera querido. Su prioridad absoluta, en la que se anota un rotundo éxito, es el acuerdo con Irán para limitar y someter a control sus actividades nucleares. Acuerdo sumamente discutido, con críticos que opinan que para lo que se ha firmado más hubiera valido dejar las cosas como estaban. Esa postura la mantiene Israel, que de fiarse del trato se hubiera considerado el país más beneficiado por éste. La cuestión iraní ha estado presente en la conferencia, con la autorización a Teherán para realizar transacciones internacionales en dólares. Los críticos piensan que debería haber sido a cambio de concesiones que reforzasen las garantías de inspección. Más importante aún son las actividades iraníes con misiles de largo alcance. Consiguieron excluirlos del documento firmado, pero violan resoluciones de la ONU y suscitan la cuestión de que esos vectores no sirven para nada más que proyectar cabezas nucleares. Dada su escasa precisión, una cabeza convencional podría ser completamente inocua.

Frente al supuesto éxito respecto a Irán, que en otros aspectos no ha aportado absolutamente nada a la pacificación del Oriente Medio, sino más bien todo lo contrario, ha incrementado los recelos y hostilidades, el gran fracaso ha sido Corea del Norte, que en las vísperas de la conferencia hizo alarde de sus habilidades misilísticas, no muy sofisticadas pero no por eso menos inquietantes para los vecinos. En Washington, Obama se ha reunido con los primeros ministros de China, Japón y Corea del Sur para ocuparse de tan importante cuestión.

A la cumbre han asistido más de 50 líderes mundiales, lo que ha resaltado la ausencia de Putin. Da así una de cal, tras la de arena que había sido su retirada, muy parcial y nada definitiva, de Siria, tras conseguir apuntalar el régimen de Asad. Mucho más que Corea septentrional, lo verdaderamente importante es lo que haga o deje de hacer Rusia. Su palmaria violación de las garantías dadas a la integridad de Ucrania en el 94, en el Memorándum de Budapest, a cambio del repliegue a la Federación Rusa de todas las armas nucleares en suelo ucraniano –así como de Bielorrusia y Kazajistán– ha abierto la más grave brecha en la confianza mundial en el conjunto de acuerdos que constituyen el régimen de no proliferación.