Rosetta Forner
Cadena de sanación
Ojalá que el sistema inmunológico de Teresa Romero sea capaz de sobreponerse al ébola, maldito virus donde los haya. Si Santa Teresa de Ávila recuperó la salud por intervención de San José (según cuentan sus biógrafos), espero que también a ella el cielo la cure puesto que se prestó voluntaria para cuidar de un humano angelical. Espero que, quienes la asisten, le hablen palabras de esperanza y la arropen con su fe en la curación. Los milagros existen. Teresa lleva la «esencia» de otro milagro: la religiosa Paciencia, cuya sangre generó anticuerpos. Las palabras nos sanan o nos hunden. Es crucial que, los que rodean a Teresa le expresen certeza en su curación animándola a luchar y a sobreponerse al virus: «Si otro ha podido, tú también», deberían repetirle a todas horas. Nuestro sistema inmunológico se ve reforzado por el amor y mermado por el miedo. Por eso es tan importante, e incluso decisivo, ofrecer consignas alentadoras a un enfermo, y, sobre todo, amor, sinónimo de confianza. El amor en todas sus formas y expresiones es la mejor medicina. Sin amor no tenemos fuerzas para luchar. Aprendí hace años que la persona debe desterrar el miedo en todas sus formas y hallar un buen motivo (si son tres, mucho mejor) para seguir sobre la Tierra. Ojalá que Teresa halle no tres, sino miles de motivos para luchar, y que le recuerden a cada momento que siempre hay un humano que logra vencer a un virus por poderoso que sea, y que ese humano es ella. Ojalá que su ángel de la guarda haga horas extras y entre todos le regalen hoy (día de santa Teresa de Jesús) una maravillosa segunda oportunidad para seguir haciendo el bien.
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