Toni Bolaño

Cambiar todo para que nada cambie

Cambiar todo para que nada cambie
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Después de dos meses de intensa campaña electoral extraoficial y de más de una semana de campaña estrictamente oficial, el mapa político en Cataluña se mueve pero no se rompe. CiU no conseguirá la ansiada mayoría absoluta. Consigue mantener resultados porque el actual sistema prima sus graneros electorales aunque baje en intención de voto. La voluntad expresada en las urnas de los catalanes de Barcelona no vale lo mismo que la de los de Lleida, Tarragona o Girona. Los nacionalistas catalanes han impedido durante 32 años -desde que Pujol ganó en 1980- la modificación de la ley electoral. De hecho, Cataluña es la única comunidad autónoma que no la tiene.

A pesar de perder fuelle, CiU consigue un objetivo. Triplica en diputados a la segunda fuerza, el PSC. Se diría que Artur Mas ha embarcado a los ciudadanos en una aventura con el único objetivo de hundir a su principal rival. El socialismo catalán es víctima de sus propias contradicciones y pierde votos en todas direcciones. Hacia CiU, PP, Ciutadans e Iniciativa. Es la única fuerza que pierde apoyos en esta contienda, aunque las últimas encuestas conocidas amortiguan su caída libre.

El resto de partidos suben. El PP puede alcanzar su mejor resultado; ERC se beneficia de la situación política creada por Mas presentándose como los auténticos independentistas; Iniciativa pesca en el desencanto socialista; y Ciudadanos duplica su presencia en el Parlament y tendrá grupo propio. En la parte baja de la tabla puede saltar la sorpresa. Los independentistas carlistas de Solidaritat pueden ceder su espacio a los radicales de las Candidaturas de Unidad Popular. Las CUP irrumpieron en el escenario político en las últimas municipales, expulsando a ERC en decenas de ayuntamientos, con un discurso antisistema y con una oratoria cercana al ala más radical de Batasuna.

Las encuestas no parecen hacer mella en las aspiraciones de Mas. Cuenta con ERC para llevar adelante su proyecto secesionista. Por eso, ha anunciado una nueva profecía, su sucesor será presidente de una Cataluña independiente. Sin embargo, con la independencia ni se come ni se gobierna. Sin mayoría absoluta, Mas debe aprobar unos presupuestos llenos de recortes. La pregunta es con quién cuenta para aprobarlos. El nuevo Parlament no se lo pone fácil. Da la sensación, que ha cambiado todo para que nada cambie.