Cástor Díaz Barrado

Candidatura de Turquía

La Razón
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Más pronto que tarde, la Unión Europea debe plantearse, con una voluntad decidida de llegar a acuerdos, la posición que Turquía debe ocupar en el marco del proceso de construcción europea. No se trata tanto de responder a impulsos de situaciones coyunturales o a necesidades concretas que deriven del contexto internacional sino determinar, con claridad, el papel que le corresponde a este país en el proyecto europeo que representa la Unión. La plena incorporación de Turquía a la Unión Europea dejaría a Rusia como único gran estado, dentro del concierto Europeo que no participaría en el proyecto de integración. No obstante, y aunque existen muchos obstáculos para que Turquía llegue a ser un Estado miembro de la Unión, ha llegado el momento de iniciar, con rigor, el camino que le conduzca a este fin. Claro está que se deben afianzar, como en el caso del resto de los candidatos, los principios y valores en los que se asienta la Unión y que, asimismo, se deben dar las condiciones políticas y económicas que permitan una adhesión sin sobresaltos del Estado turco. La realidad viene demostrando que Turquía ocupa un lugar muy significativo en Europa. La lucha contra el terrorismo internacional y, en particular, contra Estado Islámico, no se puede llevar a cabo, plenamente, si la colaboración de las autoridades turcas, ya que el país otomano es la frontera de Europa más próxima al conflicto. La lucha contra la inmigración irregular y la ordenación de los flujos migratorios hacia Europa precisan, también, de la cooperación de los turcos; y la seguridad del continente no puede prescindir de la participación de Turquía en el seno de la OTAN. Turquía es Europa y, en el fondo, aunque no resulte fácil, hay que derrochar muchos esfuerzos para que, sin alterar lo más mínimo las esencias de la idea de Europa y su diversidad, llegue a formar parte del proyecto más relevante que ha tenido lugar en la historia de este continente.